Nieves Crespo (Madrid 1969) es salesiana de la Inspectoría de León. Esbelta, fina, de cuerpo y espíritu. Colaboró en el Boletín. Muchos hemos seguido sus andanzas y «milagros» en Etiopía, África. Estamos orgullosos de que sea de nuestra Familia.P.- Nieves, ¿cómo te sientes en tu «misión africana»?R.- Me siento más que afortunada, privilegiada. Vivo el gran regalo de la vocación misionera salesiana con otras cinco Hermanas de distintos países. Siento muy hondamente que «Todo es gracia».P.- Sitúanos un poco: ¿dónde estás y por qué allí?R.- Estoy en Etiopia, en la misión de Zway, desde junio del 2002. ¿Por qué? Exactamente no lo sé. Sí recuerdo que de pequeña cuando alguien me preguntaba «¿qué quieres ser de mayor?», yo respondía: médico en el tercer mundo…». Pero encontré un camino que me cambió: la vocación salesiana. Y no estudié medicina sino… ¡matemáticas! Y después de la profesión perpetua, en el verano del 2000, en Mozambique (donde estuve acompañando a unos voluntarios), sentí que Dios me llamaba a servirlo entre los más pobres de los pobres. Y estos, sin la menor duda, están en África.P.- ¿Qué destacas y agradeces como más positivo en esta etapa de tu vida?R.- Ha sido sin duda la etapa más dura de mi vida, pero también la más rica: me ha desmontado esquemas y descolocado a todos los niveles… La etapa en que más he aprendido, más he relativizado. Esta experiencia marca un antes y un después. Hay diferencia entre ver un reportaje en la televisión donde aparecen niños esqueléticos, comidos por las moscas… y tenerlos entre tus brazos sintiendo cada uno de sus huesos. Y es muy distinto ver un niño medio muerto a sentir cómo se te muere en los brazos.P.- Creo que tuviste una experiencia particularmente cargada de emoción.R.- Sí, no olvidaré aquella noche de Pascua del 2003 cuando, al salir de la celebración, lo primero que hice fue correr al hospital de campaña que teníamos montado en la misión y donde, un par de horas antes había quedado uno de los niños muy malito… Al volver de la celebración y cogerlo en brazos el niño expiró… Viví un profundo sentimiento y una gran lección: por una parte la muerte de Cristo Inocente, resucitado después, y, al mismo tiempo, el niño, inocente, que muere en mis brazos por algo tan sencillo y tan evitable como una desnutrición.P.- ¿Sientes que por ti hay más sonrisas y esperanzas en el mundo?R.- Si, realmente en Etiopia, en Zway. Tengo la gran suerte de estar en una misión en la que se salvan vidas a diario; en la que la escuela (infantil, primaria y secundaria) está cambiando la vida de las futuras generaciones; en la que la escuela profesional hace que los chavales salgan con un puesto de trabajo. Sonríe su rostro de ébano y sonríe su corazón. ¡Qué alegría ver cumplido un maravilloso sueño: abastecer con pozos y una red de tuberías, fuentes y abrevaderos, a más de 20.000 personas, mujeres y niños, que hacían nada menos que dos días de camino para sólo 40 litros de agua potable. Esto… ¡en dos renglones queda dicho…! Me aplico en Zway aquello del tuve hambre y sed, estuve enfermo y sin escuela, huérfano… y me enseñasteis a soñar con un futuro diferente.P.- Fuiste como misionera. ¿Qué te ha aportado la fe?R.- La fe es la que me mueve cada día. Me hace sacar fuerzas cuando a diario comparto la vida con personas que viven al límite de todo. Vivo intensamente el tesoro de la fe, encarnada en el duro día a día, en la mano tendida al que tiene hambre, sed… y no encuentra a veces otras manos. Nuestra vida como Salesianas les abre y alimenta su fe. La vida de ellos alimenta y purifica la nuestra. Al fin somos y hacemos familia: familia de Dios.P.- ¿Qué aspectos del espíritu salesiano desarrollas más?R.- Destaco y me repito aquella frase de Don Bosco que, tímidamente, me atreví a poner en la contraportada del librito de mis perpetuos: He prometido que hasta mi último aliento será para mis pobres jóvenes. Entonces la palabra pobre me resultaba un poco lejana, en cambio ahora, lo vivo de una manera plena. Mis pobres jóvenes son a veces la absoluta pobreza porque incluso les resulta muy difícil la esperanza.P.- Hay mucha gente amiga pendiente de ti… ¿Qué les dices?R.- Sencillamente, gracias. Gracias porque un futuro diferente no se puede construir sólo desde allí ni sólo desde aquí… Gracias porque he tenido la grandísima suerte de encontrarme con muchísimas personas buenas y generosas dispuestas a soñar con el mismo proyecto para los más pobres. Ni fui sola, ni estoy sola, ni soy sola. Y digo a muchos, ya en camino de mayor generosidad aún: «Felices los pies del mensajero que mientras caminan, enseñan a caminar y llevan a otros de la mano».P.- Aprovecha el Boletín para dar tu mensaje a los lectores.R.- Ojalá los más pobres llenen nuestras casas, nuestras aulas, nuestros patios… porque antes llenan nuestro corazón. Dios es providente y se desborda en generosidad.Nieves, muchas gracias en nombre de tantos lectores del Boletín; de todos los que necesitamos cada día nuevos motivos de esperanza. (email: nievescres@hotmail.com; <a href=http://zwayetiopia.wordpress.com).>http://zwayetiopia.wordpress.com).</a>
Alfonso Francia
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