;font color=#CC0000>¿Autor y librero? Casi, casi… desde mi habitación en Sanlúcar la Mayor (Sevilla) y ahora en la comunidad “Pedro Ricaldone” de la Santísima Trinidad de la capital he colocado centenares y centenares de ejemplares. ;font color=#CC0000>¿Son libros nacidos con dolor? Nacidos y engendrados… El primer título, ¿Quién me hará temblar?, me pareció desde el primer momento un título sonoro, significativo, bíblico. Ya lleva dos ediciones al igual que el volumen siguiente, Respóndeme, Señor. ;font color=#CC0000>¿Qué añade el tercer volumen? Lo titulé No pierdas la paz. Es un libro sin precio que yo mismo regalo por aquí y por allá, a los amigos, a los enfermeros, a los lectores conocidos y a los que sin saber quien doy me honran con su atención más generosa. Quiero señalar el talento artístico de Paco Fuentes, salesiano especialmente dotado para el apunte sugerente y la caricatura… He alegrado las páginas de este tercer volumen con sus finas ilustraciones. ;font color=#CC0000>¿Se puede rezar con sus libros? ¡Faltaba más!… Reflexiones, citas literarias, excursiones por autores famosos y particularmente la conexión con el Libro de los Salmos prestan a las seiscientas páginas de esta trilogía un tono espiritual y meditativo. ;font color=#CC0000>El número 7 de sus Bienaventuranzas parkisonianas me parece desafiante… Lo mismo que las restantes, creo yo. “Bienaventurados nosotros que, sin complejo de ninguna clase, nos asomamos al espejo de la vida y nos vemos tal cual estamos y somos”… ;font color=#CC0000>Sabemos cuánto le debe la Inspectoría sevillana en relación con la devoción a María Auxiliadora A los pies de la Virgen “trinitaria” de Sevilla celebramos la Primera Asamblea Regional de 1968. También en Sevilla tuvo lugar el primer Congreso Nacional. Luego se han ido multiplicando sin desmayo, con fervor renovado. Una de mis simpáticas tareas fue confeccionar carpetas con sugerencias marianas que contribuyeran a la creatividad y a la devoción de los alumnos. La Pastoral Juvenil se encargó de su distribución. Don Manuel Ruiz cargó sus primeras pilas salesianas en aquel alegre jaulón de oro del Oratorio Festivo de Jerez. Poco a poco nuestro autor y enfermo ha ido perdiendo capacidad para teclear en el ordenador hasta el punto de no poder valerse más que del dedo índice a la hora de fijar en la pantalla sus textos incansables, inagotables… Nunca un dedo índice ha señalado con tanta seguridad y tenacidad caminos de difícil pero hermosa andadura…
Cristián Doval
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