El verde llena el cuadro de esperanza, de capacidad de afecto, de sentido de mesura nuestras acciones… El voluntariado se entiende desde itinerarios educativos, caminos de ida y vuelta, recorridos compartidos… Se cimenta desde la creatividad, la concepción de ideas y criterios pedagógicos. La acción educativa, como talante, es una opción de fondo a la que no podemos renunciar. Este color parece difuminado a simple vista, pero nos recuerda las virtudes de una pedagogía basada en el encuentro, transformadora y garante de lo posible y lo inalcanzable. Desde múltiples espacios, niveles o ámbitos, en los últimos años se vienen definiendo figuras y perfiles de agentes educativos. Por ejemplo, los animadores de voluntariado, personas contratadas o voluntarias que por diferentes motivaciones y necesidades se convierten en compañeros y referentes para hacer posible y viable el cuidado del voluntariado. La existencia de estos artesanos –porque el acompañamiento entre otras cosas es un arte-, garantizará este tono verde educativo en el andar compartido. Con estas personas, las organizaciones tendremos la oportunidad de priorizar al voluntariado, potenciarlo y mantener así encendida la llama de la utopía.
Gustavo Esteve
No hay Comentarios