Queridos Daniel y María: Ha llegado el mes de mayo. La familia salesiana dirige su mirada en este mes a nuestra Madre Auxiliadora. En estos últimos años he visto cómo un buen grupo de jóvenes se unía al rosario de la aurora. En las JMJ muchos grupos de jóvenes rezaban en grupo esta oración popular. Permitidme que comparta con vosotros en esta carta una sencilla reflexión, desde vuestra realidad juvenil, sobre el Rosario. Decir juventud es decir camino de crecimiento, tiempo de maduración personal, búsqueda de un proyecto de vida. En esta tarea no siempre es fácil encontrar modelos adecuados en los que inspirarse y, sin embargo, cuando tenemos delante un buen modelo que seguir, el desarrollo de ese proceso o camino de juventud se hace más fácil. En medio de la plural y diversificada oferta de modelos que hoy podéis encontrar en nuestra sociedad, el Papa Juan Pablo II, fiel a esa sintonía con los jóvenes, os recuerda que Cristo es el mejor modelo para cualquier chico o chica de todos los tiempos. “Quien contempla a Cristo recorriendo las etapas de su vida, descubre también en Él la verdad sobre el hombre. (…) Realmente, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado. Siguiendo el camino de Cristo, (…) el creyente se sitúa ante la imagen del verdadero hombre. Contemplando su nacimiento aprende el carácter sagrado de la vida, mirando la casa de Nazaret se percata de la verdad originaria de la familia según el designio de Dios, escuchando al Maestro en los misterios de su vida pública encuentra la luz para entrar en el Reino de Dios y, siguiendo sus pasos hacia el calvario, comprende el sentido del dolor salvador. Por fin, contemplando a Cristo y a su Madre en la gloria, ve la meta a la que cada uno de nosotros está llamado… De este modo, se puede decir que cada misterio del rosario, bien meditado, ilumina el misterio del hombre” (RVM 25). Se trata, pues, de hacer de vuestro tiempo de juventud un tiempo para configurarse con Jesucristo, el nuevo y auténtico modelo de persona. El Rosario, camino de contemplación de los misterios de Cristo, es una oración para aprender de María a contemplar el rostro de Cristo, modelo para cualquier joven. Os invito a hacer del rosario una oración en la que recordar a Cristo con María, comprender a Cristo con María, configurarse a Cristo con María, rogar a Cristo con María y anunciar a Cristo con María. Ya ves, el centro es Cristo. Lo hacemos en compañía de María, nuestra madre y maestra, que nos lleva de su mano. Dejaos llevar por Ella y al contemplar su rostro dirigidle esta oración: Madre quiero ser como tu Hijo.
Juan Carlos Pérez Godoy
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