La adecuada atención y educación de las niñas redunda en beneficios sociales que contribuyen al desarrollo de los países pobres. Las Hijas de María Auxiliadora llevan años trabajando en este campo, que se ha convertido en prioritario para las grandes organizaciones de ayuda humanitaria. Fiesta en Macuacua “Recibir a un nuevo miembro en la familia siempre es motivo de fiesta. Así ocurrió en Macuacua, comunidad de Maputo, Mozambique. Fuimos convocados todos, adultos, jóvenes, adolescentes, pequeños, a la ceremonia de salida de la “payota” (choza) de una pequeña que nació el 1 de junio. “Yo no había asistido nunca a este rito y me gustó. Entramos en la payota donde estaba la joven madre, el marido, los abuelos paternos, la comunidad cristiana, otra misionera y yo. Cada uno en su lengua expresaba la alegría de recibir en la comunidad a esta nueva criatura, la cogía en los brazos y acababa con una oración. En ese momento el abuelo pronunció el nombre de la pequeña, en portugués: Ameldiña, así será llamada en casa, y el padre dio el nombre por el que será llamada en la escuela y fuera de casa, Amelia, como su abuela. Después doña Laura, animadora de la comunidad, cogió a la pequeña Amelia y la sacó fuera de la payota, cantando y bailando. Verdaderamente fue una fiesta”. Sor Carmen Ramos, misionera salesiana en Mozambique, describe la alegría de la familia y de la comunidad cristiana en la que ha nacido una nueva vida. Pero Amelia ha nacido en Macuacua, en la frontera sur de Mozambique, y eso la hace candidata a una vida doblemente difícil, por su condición femenina y su continente africano. Los países subsaharianos son los que ofrecen peores condiciones para el cuidado de las mujeres embarazadas y de sus hijos, según el último informe de la ONG Save The Children sobre maternidad e infancia, State of the World’s Mothers 2005 (Estado de las Madres en el Mundo 2005). En Malí y Burkina Faso se registran altísimos índices de mortalidad infantil y maternal. Las complicaciones en el parto son la principal causa de defunción entre las mujeres en edad fértil de los países pobres. A la falta de atención médica adecuada se une la desnutrición de las madres y el difícil acceso al agua potable, factores que complican la maternidad y la crianza de los hijos en estos países y en otros del continente africano como Etiopía, Chad, Mauritania o Eritrea. Educación femenina, clave del desarrollo El informe de Save The Children denuncia asimismo que 58 millones de niñas en el mundo no asisten a la escuela. En algunos países las niñas pueden estudiar durante sus primeros años, hasta que tienen edad suficiente para colaborar en el sostenimiento económico de la familia o prepararse para el matrimonio. Es una práctica habitual de los países africanos vender a las jóvenes como esposas-esclavas, como afirma el misionero salesiano Vicenzo Donati: “En África la mujer se compra. En Sudán los Dinka, pastores de gran fama, compran la mujer intercambiándola por cincuenta vacas, o más, pues una buena muchacha puede valer bastante. Pero en el campo las cosas son un poco diferentes. No hay vacas, para empezar, y las muchachas escasean. El afortunado hombre que tenga una hermana o una hija en edad casadera, la da al mejor postor. Por eso existen las subastas de mujeres”. Sin embargo, la escolarización de las niñas redundaría en mejoras económicas del país. Según UNICEF, “La educación es un elemento vital para garantizar una mayor calidad de vida a todos los niños y niñas y un mundo mejor para todos. Pero si se descuida la educación de las niñas, estos objetivos serán inalcanzables. En todos los países, la educación de las niñas produce espectaculares beneficios sociales para las generaciones actuales y futuras. Una niña escolarizada tenderá con el paso de los años a casarse más tarde y a tener menos hijos; sus hijos tendrán más posibilidades de sobrevivir, estarán mejor alimentados y recibirán una educación mejor. Esa niña tendrá una capacidad mayor para protegerse del VIH/SIDA y adoptará, toda su vida, un papel más activo en la toma de decisiones sobre cuestiones sociales, económicas y políticas.” El informe de Save the Children llegaba a unas conclusiones similares: “Las chicas que tienen una formación adecuada en su infancia y adolescencia, probablemente retrasarán su matrimonio y su maternidad, tendrán menos niños y contarán con los recursos necesarios para ofrecer a sus hijos salud y educación, así como contribuir a la mejora social al involucrarse en organizaciones sociales y decisiones políticas”. Las misioneras en la raíz del problema Sor Carmen Ramos, como muchas otras Hijas de María Auxiliadora que trabajan en países de misión, está preocupada por las jóvenes sin estudios: “Desde hace tres años las hermanas salesianas estamos con esta gente trabajando en la evangelización y promoción de la mujer y también con adolescentes y niñas. Ahora estamos iniciando un proyecto para el cultivo del campo con los productos más simples, lechuga, cebolla y tomate, para ayudar en la alimentación. Estamos esperando el permiso de la administración para construir un pozo que nos ayude a solucionar el problema del agua. La zona es montañosa, bastante pobre y con pocas posibilidades de trabajo”. La Familia Salesiana cuenta con programas de formación femenina, a fin de capacitar profesionalmente a las jóvenes sin recursos. Las chicas aprenden desde costura a informática, según los diferentes proyectos, que se desarrollan en África, América y Asia. Los problemas de salud de las niñas se agravan con las mutilaciones genitales a las que dos millones de niñas son sometidas cada año, en África y algunos países de Oriente Medio. Su utilización como esclavas sexuales, las violaciones que se producen en los conflictos armados, que ha denunciado UNICEF, a niñas de tan sólo 5 años y a mujeres de hasta 85.
María Jesús Rodríguez
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