El color negro infunde seriedad, profundidad, elegancia… Son características que tendrían que primar en nuestras actuaciones públicas. Frente a la corriente más “showlidaria”, el voluntariado está llamado a representar el juicio crítico, a analizar las causas de la pobreza del Cuarto Mundo, a denunciar las desventajas, carencias o factores negativos… Para ello, existe la participación. Y participar es una cuestión educativa. Es sinónimo de trabajo común, de convergencia, de aprendizaje colectivo. Y una asignatura pendiente para el tercer sector. Una buena manera de hacerla visible en los próximos años será a través de la denuncia, expresada desde protestas, y de la presencia pública, expresada con propuestas. La finalidad no es resignarse desde la teoría, sino convertirla en práctica cotidiana, en rutina. Desde aquí, podremos alzar la voz y ser parte activa de la ciudadanía, al exigir derechos fundamentales pero también fomentando la reconstrucción de escenarios más participativos. Porque la dimensión política del voluntariado transitará forzosamente por un “estar juntos”, provocando sueños, sumando voluntades y fortaleciendo vínculos.
Gustavo Esteve
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