El 16 de febrero del 1881 llegaban a Utrera (Sevilla) los seis primeros salesianos. Cuentan con un grupo de bienhechores que ha luchado lo indecible para lograr su venida. “Aprenden la lengua del país y se adaptan a las costumbres locales” (Ángel Martín, ;i>Los Salesianos de Utrera en España, pág. 9) Con su estilo sencillo y popular, con su preocupación por educar a los jóvenes más pobres y abandonados, con la implantación y atención al Oratorio festivo y con la propagación de la devoción a María Auxiliadora, estos salesianos se ganaron pronto el corazón de los andaluces. Se les abrieron enseguida las puertas de todos cuantos estaban preocupados por las consecuencias que la falta de instrucción y de educación cristiana producía entre los hijos de los obreros y de las clases populares. Éste es el dato histórico; y aquí está el origen del espectacular desarrollo del carisma salesiano, en sus diversas expresiones, en este largo siglo de implantación en España. Pero no es éste el momento de analizar esa historia.
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