La pandemia de la COVID-19 se ha extendido por todo el mundo. Los peores escenarios, parece, se están cumpliendo, y el mundo mira con mucha preocupación hacia las regiones menos favorecidas del planeta. Esos países en los que la pobreza, la falta de gobiernos estables y la debilidad de los sistemas sanitarios pueden hacer que la amenaza del coronavirus sea una verdadera catástrofe humanitaria.
Países de África, de América Latina o Asia están tratando de evitar el contagio masivo del coronavirus. Se han cerrado escuelas, se realizan campañas de sensibilización para el lavado de manos de la población y la distancia social, se han prohibido actos donde se congreguen muchas personas, como las misas, pero la COVID-19 es una amenaza real que va a hacer que las personas vivan peor y las condiciones de vida se deterioren.
Morirse de hambre o de coronavirus
Quedarse en casa no parece ser una opción tan sencilla en muchos de estos lugares, a pesar de que la supervivencia individual y colectiva depende en gran medida de ello. Muchas personas en estas regiones empobrecidas sobreviven y comen gracias a lo que consiguen cada día. “Así que muchas personas se tendrán que enfrentar a una trágica elección: morir de coronavirus o morir de hambre”, advertía hace unas semanas el misionero Piero Gavioli que trabaja en República Democrática del Congo (RDC).
Los misioneros salesianos que están presentes en más de 130 países de todo el mundo están haciendo un mayor esfuerzo para prepararse y atender a aquellos más vulnerables. Se están realizando campañas de sensibilización en la mayoría de los países en los que estamos presentes para que la población conozca la nueva enfermedad, los síntomas y, sobre todo, las medidas que pueden evitarlo. Sin embargo, no es una tarea sencilla en lugares donde la población vive en las calles y la distancia social es muy corta. “No darse la mano se ve como una locura”, nos contaba hace unos días el padre Jacob desde Sudán.

Las personas migrantes, los niños y niñas de la calle, las familias más vulnerables son grupos que preocupan mucho a los misioneros. En países como India, Angola, Sudán del Sur o México, los misioneros ya están distribuyendo alimentos para las familias más desfavorecidas, ya que el confinamiento en los hogares y los toques de queda impiden que puedan comprar comida. “Nosotros estamos haciendo acopio de alimentos, porque cuando todo estalle, la población vendrá a pedirnos ayuda”, advierte Hernán Cordero, misionero en Benín.
Junto a los alimentos, los misioneros también están empezando a entregar kits de higiene para que las familias puedan tener unas mínimas condiciones, ya que el jabón y el agua son artículos de lujo en muchos lugares.
“Es un momento de incertidumbre y no sabemos lo que ocurrirá, pero la realidad es que el coronavirus ya ha llegado a lugares donde no hay agua corriente, donde el jabón es un artículo de lujo y los sistemas sanitarios son casi inexistentes. Si las curvas en estos países son iguales que las de Europa, la situación será catastrófica para millones de personas”, explica José Antonio San Martín, director de Misiones Salesianas.
Emergencia ante la pandemia
La preocupación de los misioneros salesianos, y la de esta organización, es la emergencia y poder apoyar a los más vulnerables, pero también estamos pensando en cómo va a ser la recuperación después y en no dejar a nadie en el camino. Habrá que volver a poner en marcha los centros educativos, los oratorios y espacios de tiempo libre, ayudar a que todos los niños y niñas vuelvan de nuevo a las aulas, ayudar a la población a superar la crisis…
Desde Misiones Salesianas ya estamos apoyando a muchas misiones para que puedan afrontar la ayuda a los más vulnerables y, una vez más, apelamos a la solidaridad de todos los lectores del Boletín Salesiano para, a pesar de las dificultades internas, que no nos olvidemos de otros que aún tienen menos.
Philip Sajan y Sony Pottyplackal, desde Tanzania y Liberia, coinciden: “Rezamos por todos vosotros, no estáis solos, pero también rezad por nosotros y por las personas que atendemos”. Es una pandemia, un problema global, y sólo estando unidos, podremos salir juntos sin dejar a nadie atrás.
Ana Muñoz
Pie de foto de imagen principal: Reparto de alimentos de la Fundación Don Bosco de los salesianos en Perú a familias necesitadas.
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