La escuela-hogar es un centro educativo que acoge, de lunes a viernes en régimen de internado, a niños y niñas procedentes de familias consideradas en riesgo de exclusión social. En la gran mayoría de los casos son menores que proceden de familias sin apenas ingresos económicos ni formación, algunas monoparentales, familias desestructuradas; en otros casos con progenitores en prisión por delitos relacionados con las drogas, inmigrantes; y tampoco faltan las familias que han sufrido la violencia de género.
En la Inspectoría de María Auxiliadora existen tres casas salesianas que cuentan con escuela-hogar: Antequera (Málaga) con 190 residentes, Campano (Cádiz) con 40 y San José del Valle (Cádiz) con 60.
Los escolares residentes son niños y jóvenes de entre 6 y 17 años. Como bien decimos, su perfil es diverso y complejo, abundando el fracaso escolar, con grandes problemas de autoestima debido a situaciones familiares disfuncionales que han vivido desde sus primeros años de infancia.
La Junta de Andalucía, previo estudio de la situación familiar a través de los informes sociales realizados por los diferentes equipos de intervención familiar o los servicios sociales de las localidades, es la que deriva a los menores a las escuelas-hogares otorgándoles una “beca de escuela-hogar” con la que queda cubierta su estancia en el centro: alimentación, material escolar, ropa, realización de actividades…
Al igual que Don Bosco, pretendemos que la escuela-hogar sea una casa donde los jóvenes puedan encontrar un verdadero hogar donde crecer y madurar.
Desde hace más de cuarenta años los salesianos en San José del Valle llevan acogiendo a jóvenes en la escuela-hogar.
Por las mañanas comparten el horario y las clases con alumnos externos de San José del Valle. Al acabar las clases comienza el ritmo de la escuela-hogar: deportes, estudio, manualidades, baile, sala de juegos, grupos de formación humano-cristiana…
Podemos permitirnos realizar una analogía con la situación descrita en el cortometraje “El circo de las mariposas[1]”: los chicos que vienen a las escuelas-hogares derivados de los servicios sociales son como Will, viven en su mundo, se sienten rechazados, no confían en sí mismos, tienen poca autoestima; o bien, son como el aguilucho de la “parábola del águila[2]”, que creía que era un polluelo porque nadie le había dicho lo que en realidad era y cuáles eran sus enormes posibilidades.
Hasta cierto punto, nuestra labor, como educadores salesianos, es como la del director del circo de las mariposas; o bien, como la del naturalista de la “parábola del águila”: ayudar a que los jóvenes descubran las enormes potencialidades, posibilidades y riquezas que tienen en su interior: todo un universo por descubrir y acrecentar.
En el día a día, el Sistema Preventivo es aplicado: la palabrita al oído, la cercanía, la acogida incondicional, la confianza en el joven, el amor, el valorar, los pequeños y grandes avances que cada uno va consiguiendo, las buenas noches… Es más, nuestro sistema educativo salesiano considera que el niño y la niña tienen que ser los protagonistas de su propio crecimiento personal y educativo.
Todo ello lo hacemos con un único objetivo: hacer de ellos “buenos cristianos y honrados ciudadanos”. Objetivo que, con el paso del tiempo y la ayuda de Dios, vemos que se va haciendo realidad.
[1] https://www.youtube.com/watch?v=ku-VQrdgvsM
[2] http://parabolas-cuentos.blogspot.com.es/2010/10/parabola-del-aguila.html
Ramón Ronda Segrelles
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