No cabe duda que el verdadero motor de la acción misionera es el celo y el entusiasmo de los misioneros. Los Salesianos llegaron a las distintas naciones de África con gran entusiasmo y alegría para responder a las necesidades de los jóvenes y de los pobres. Han tenido que afrontar dificultades y desafíos de toda clase. La inculturación no ha sido fácil. Los que venían de Europa se encontraban con ambientes totalmente diversos, y, al parecer, incluso extraños. La pasión misionera ha hecho superar todas estas dificultades y poco a poco han aprendido a amar a la gente y el país al que fueron enviados como misioneros. Muchos de ellos dominan la lengua local y se identificaron con su ambiente.
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