El azul conduce hacia un refinamiento espiritual, hacia el sentido del deber, a moderar el entusiasmo, incluso a la sobriedad y austeridad del voluntariado… Incorporarse en una organización requiere asumir unas obligaciones y unos derechos. Supone hacer un ejercicio de equilibrio, como hacen los directores de orquesta. Aunque para que haya música se necesitan músicos e instrumentos, lo importante es la música. De la misma manera, el componente educativo de nuestras actuaciones exhorta a saber conjugar utopía y técnica, para alcanzar lo primordial: ser ciudadanos. Ante la debilidad y el desencanto que desgasta, es conveniente adentrarse en el Discipulado. Desde un posicionamiento cristiano, el reencuentro con el sueño evangélico desempaña el cristal, rejuvenece nuestra condición humana y nos ayuda a vivir en plenitud. Como discípulos, tendremos que reencontrar nuestras fuentes y apostar por lo que hacemos y lo que somos. En la formación se nos brinda una oportunidad: no la desaprovechemos.
Gustavo Esteve
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