El pasado nueve de junio se inauguró en Ciudad Rodrigo la decimotercera exposición de las Edades del Hombre, que permanecerá abierta hasta el día ocho de diciembre. Desde 1988 se han sucedido estas exposiciones en las sedes episcopales de las diócesis de Castilla y León, además de en las ciudades de Amberes y de Nueva York. A lo largo, pues, de trece años hemos podido contemplar y admirar el rico patrimonio artístico y cultural religioso extendido por toda la geografía española, especialmente por las ciudades y pueblos de la comunidad autónoma castellano-leonesa. La actual edición que se desarrolla en la catedral de Santa María de la ilustre ciudad mirobrigense lleva por título ;i>Kyrios, palabra griega que significa “Señor” y que el Nuevo Testamento emplea con frecuencia como título cristológico. En torno a Cristo, el Señor, gira toda la exposición, que reúne doscientas obras de arte procedentes de catedrales, colegiatas, iglesias, ermitas, monasterios, museos, archivos, etc.Raíces cristianas Ante tan magnífica muestra de arte son muchas las reflexiones que se suceden. Evidentemente, toda ella representa una extraordinaria catequesis sobre el misterio de Cristo. Lo es cada uno de los cinco capítulos que la componen; y lo son también la maravillosa explicación de luz y sonido del pórtico del Perdón o el audiovisual sobre las escenas de las tablas del retablo mayor. Pero esta catequesis no recrea simplemente la vida de Cristo a través de un medio prodigioso, como es el arte. Nos habla de toda la catequesis eclesial, de cómo desde los primeros siglos de implantación de la Iglesia, el arte cristiano ilustró y acertó a explicar la fe al pueblo. Y nos habla, sobre todo, de nuestra propia identidad, de la identidad de nuestro pueblo, de la verdad de las raíces cristianas de Europa. Basta visitar ;i>Kyrios o haber visitado cualquiera de las exposiciones que la han precedido para tomar conciencia de la herencia espiritual transmitida de generación en generación. ¿Por qué se pretende hoy borrar esta inmensa riqueza? ¿Cómo es posible negar las raíces religiosas, tan profundamente cristianas, que podemos contemplar en el arte, la cultura, la literatura, la música? ¿Por qué se quiere prescindir de la dimensión religiosa de la existencia humana?Herencia y proyecto Quizás, el reto más importante que nos llega desde estas exposiciones de las Edades del Hombre es precisamente éste: ser conscientes de que esta herencia no pertenece solamente al pasado; es también un proyecto para el porvenir que hemos de ser capaces de transmitir a las futuras generaciones. Esta esnuestra responsabilidad de creyentes del siglo XXI: no apagar, sino avivar estas raíces cristianas. A ello nos alentó el Papa Juan Pablo II con estas palabras dirigidas a la Europa que comenzaba el tercer milenio: “vuelve a encontrarte. Sé tú misma. Descubre tus orígenes. Aviva tus raíces… En el Evangelio, que es Jesús, encontrarás la esperanza firme y duradera a la que aspiras”. Contemplando este inmenso patrimonio artístico no cabe ninguna duda de la profunda relación que existe entre la historia de nuestro viejo continente y la fe cristiana. Realmente el pensamiento europeo adquiere toda su importancia y significación en sus antecedentes cristianos. Por ello no puede extrañar la afirmación de unos de los grandes pensadores del siglo pasado, Romano Guardini: “Europa será cristiana o dejará de ser en absoluto”.
Eugenio Alburquerque
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