;font color=#CC0000>Aprender a orar con el cuerpo;/strong> El taller ha sido una experiencia de oración continua. Comenzamos orando con el Than-Gram, después hicimos un plebiscito y votamos algunas propuestas prácticas para acompañar a jóvenes en la oración. Estas propuestas destacaron el silencio, el gusto estético, la afectividad, la expresión corporal, el lugar de oración, la música, la Palabra de Dios, el grupo, la expresión con símbolos o el uso de imágenes. En el cuerpo está el principio de la encarnación, el cuerpo está animado por Dios. Y cuando Dios está dentro, se hace presencia, se transparenta. Hemos descuidado el cuerpo en la oración, hemos pensado muchas veces que orar es reflexionar, se nos olvidan el corazón y los sentimientos. Una auténtica experiencia de oración solo es posible si rezamos con todo nuestro ser. El sábado por la mañana, estrenamos la jornada haciendo oración de Chi-kung; nuevamente, experimentamos la riqueza y la libertad de expresión orando con nuestro cuerpo. Después de recordar las siete reglas básicas para orar, hicimos ejercicio de meditación. Por la tarde, recuperamos nuestra vocación de danzarinas e hicimos danza litúrgica. Acabamos la jornada con oración de contemplación a través del icono de la Anunciación. ;font color=#CC0000>Oración personal y comunitaria;/strong> Iniciamos el domingo orando con Cristo resucitado, siguiendo el esquema de la oración de Taizé. Un momento importante fue el diálogo de los participantes sobre lo vivido. Algo ha quedado claro: tenemos que mejorar nuestro nivel de oración personal y comunitaria. Es necesario renovar nuestra oración en las comunidades para que vean en nosotros hombres y mujeres de oración. Hemos de cuidar en la oración la gradualidad, el tiempo y el método; apostar por la adaptación de lugares y capillas, donde los jóvenes puedan sentirse a gusto rezando. Conviene revisar los procesos de educación en la fe que estamos proponiendo. Es imprescindible transmitir el evangelio desde tres claves: la experiencia de servicio, de oración y de comunidad. Lo más importante es creer que es posible iniciar a los jóvenes en la oración, sólo así podremos entusiasmarlos en un camino constante de oración. Esto es algo de lo vivido este fin de semana. Ahora hay que comunicarlo y hacerlo vida. ;font color=#CC0000>Algunas impresiones de los participantes:;/strong> – “¡Genial! Todavía hay que rumiar lo vivido. Hay que tomarse muy en serio la vida cristiana y religiosa. Dios nos está gritando y debemos estar disponibles ¿Estamos preparados o vamos a dejar que su voz se ahogue por falta de tiempo, espacio o flexibilidad?” – “Este taller me ha ayudado a darme cuenta de la necesidad que tengo en mi vida de rezar, escuchar a Dios y saber qué quiere de mí. He aprendido que hay diversas formas de orar, y que un baile es tan válido como una oración contemplativa, todo depende del momento en que te encuentres”. – “¿Se podría estar en el taller de un alfarero sin mirar sorprendida el horno, sin tocar un trozo de barro e intentar darle alguna forma? ¿Rechazaría la invitación a crear, a decir algo con tus propias manos por mucho que te parezca que no sabes? El taller de oración ha sido un taller y las figuritas nuestra oración, nuestra vida compartida”.
Maruja Luján
No hay Comentarios