Falleció el 10 de octubre de 2005 en Alzira (Valencia), a los 84 años de edad. Padre de familia numerosa, tuvo la dicha de contar entre sus hijos con tres sacerdotes, el salesiano José Luis, Francisco y Pablo. 55 años de matrimonio han sido un hermoso viaje compartido con su esposa Ana María y rubricado con la fecundidad expresada en tantos hijos, con el prestigio profesional de haber sido un gran médico de familia y experto anestesista, competente en su profesión pero, sobre todo, atento en ayudar al pobre, a quien poco o nada tenía y, sin embargo, requería su servicio profesional a cualquier hora del día o de la noche. Detrás de esta vida plena y precisamente por ello, emerge la figura del creyente. Un hombre de fe integral y profunda que recibe de Dios el regalo de sus hijos sacerdotes y una familia firmemente unida. Un hombre con unas cuantas convicciones firmes de Evangelio forjadas con el paso de los años. Tuvo una religiosidad centrada en Jesucristo y muy eucarística, como lo demostró hasta el final con su pertenencia a la ;i>Adoración Nocturna; sin olvidar su devoción a María Santísima expresado en el rezo diario del rosario. Al final del funeral, el párroco de Santa Catalina leyó un mensaje del arzobispo de Valencia en el que agradecía públicamente al Señor “el valioso regalo que don José ha sido para la comunidad cristiana porque supo educar a sus hijos en la fe de la Iglesia y les dio ejemplo con su vida”.
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