El día 21 de agosto de 2006, con casi ochenta años, murió en Sevilla, nuestro hermano Paco, como comúnmente lo llamábamos. Su familia, profundamente cristiana, dio a la Congregación Salesiana otros dos hijos: Cipriano, exinspector de Sevilla, y Julio, coadjutor salesiano como él, fallecido también.Se pasó Paco cerca de cuarenta años en una silla de ruedas, sin perder jamás la sonrisa ni el buen humor. Excelente maestro, preparaba con gran éxito a sus alumnos para el ingreso en el bachillerato de entonces. Enamorado de la Virgen, supo inculcar en ellos una profunda devoción a la misma. Era un hombre sumamente agradecido. Jamás floreció en sus labios una queja, una palabra ofensiva, un reproche. Gracias, Paco, por tu ejemplo y por tu aceptación del sufrimiento.
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