Querido Sergio:
No hace falta que te recuerde que durante este año 2015 estamos celebrando un acontecimiento muy especial: hace doscientos años que nació Don Bosco. Supongo que sabrás que también este año, toda la Iglesia celebra con alegría el quinto centenario de otro nacimiento: el de Santa Teresa de Jesús. Como habrás estudiado, Teresa de Ávila fue una mujer que destacó por tener una relación muy especial con Jesús. Fue, lo que la gente llama, una mística. La segunda acepción del Diccionario de la Real Academia para el término “mística” dice: Experiencia de lo divino. En este sentido podemos considerar a Don Bosco también como un místico. Deja que me explique.
Una de las facetas más conocidas de Don Bosco es la de soñador. Desde muy pequeño (¿te acuerdas del sueño de los nueve años?) Juan recibió “mensajes” directos sobre lo que tenía que hacer él con su vida y con la de sus muchachos. Estos sueños siempre tenían un halo de misterio, un toque sobrenatural. Si bien es cierto que parece que muchos de estos sueños no fueron tales, sino que eran una manera que tenía el Santo de transmitir ideas, sentimientos y experiencias, hay un buen número de ellos que sí que resultan inquietantes por su carga mística (el ya mencionado de los nueve años, el de las dos columnas, el del elefante blanco, los de los grandes funerales en la Corte…). Los sueños sobrevenían a Don Bosco no sólo mientras dormía, sino que, a veces, eran revelaciones que se le aparecían ante los ojos sin más.
Otro ejemplo de la mística de Don Bosco la encontramos en los episodios del perro Gris. Recordarás, por la cantidad de veces que te lo habrán repetido en el colegio, las hazañas de este animal, que aparecía como de la nada cuando Don Bosco estaba en peligro, le protegía del peligro y, luego, desaparecía de nuevo misteriosamente. ¿Era el Gris un animal de carne y hueso? ¿O era un símbolo de la presencia protectora de Dios en la vida de Juan?
Santa Teresa y San Juan Bosco: dos personas que nacieron con una diferencia de trescientos años pero que vivían su relación con Cristo Resucitado con una intensidad suprema. Le sabían junto a ellos, le amaban con locura. Tanto le amaban que fueron capaces de acometer grandes empresas: las Carmelitas Descalzas y los Salesianos, congregaciones que, cientos de años después, siguen vivas, estimuladas por las vidas y experiencias de sus fundadores.
Hace años decía el teólogo alemán Karl Rahner “el cristiano del futuro será un místico o no será cristiano”. Se refería a que, para poder vivir radicalmente el mensaje del Evangelio, se ha de partir de una experiencia individual de Dios. ¿Te animas?
Seguimos hablando…
Jaime Martínez
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