Con sus 101 años, se fue callandito a la Casa del Padre, el pasado 16 de octubre. Durante más de 20 años había sido el hermano mayor de la inspectoría cordobesa y –con excepción de algunos meses- continuó siéndolo en la reunificación de Córdoba-Sevilla. Fue un salesiano sencillo, nervioso, inquieto y trabajador; siempre atento, prudente, sufrido, observador, muy agradecido a cualquier detalle. Desarrolló su actividad pedagógica y pastoral en varias casas. Pero recordaba especialmente: Pozoblanco, Montilla y Córdoba. En la primera estaba en 1936, y tuvo que pasar por distintas cárceles; en Córdoba pasó los 40 últimos años de su vida.
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