Falleció en La Cuesta-La Laguna (Tenerife) el 20 de noviembre de 2005, a los 50 años. Era una persona de fe y de gran confianza en la Providencia. Querida y admirada por todos. Jesucristo y el amor a la Iglesia centraron su vida. Mujer activa y decidida. Aprendió el valor del esfuerzo y el trabajo, generosa en la entrega de su vida a los demás. Siempre dispuesta a ayudar a quien lo necesitara. La devoción a María Auxiliadora fue una constante en su vida y sentía admiración por el carisma salesiano. En la parroquia de su barrio colaboró eficazmente en la catequesis y apostolado, y así se lo demostraron los adolescentes el día de su entierro. El testimonio de su vida, sus cualidades y actitudes humanas la hacen inolvidable. Una seria enfermedad fue apagando su vida lentamente. Murió con la misma paz que marcó su vida.
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