Falleció el pasado 9 de marzo en Pozoblanco, el pueblo cordobés donde había nacido en una familia profundamente cristiana. Era la segunda de diez hijos, de los cuales un sacerdote y cuatro religiosas. Esposa y madre ejemplar, su vida transcurrió de forma sencilla. Trabajadora incansable, tenaz, buena, piadosa y prudente. Mujer fuerte, de gran corazón, muy generosa con todos, especialmente con los más pobres. Destaca su colaboración con las misiones salesianas. En 1967, junto con su marido, recibió el título de Cooperadora Salesiana. Mujer de fe y oración. La Eucaristía fue el centro de su vida, participando en ella diariamente. En la última etapa de su vida, supo aceptar los límites propios de la edad viviendo con serenidad y disfrutando de todo cuanto la vida le ofrecía, sobre todo de su numerosa familia. Todos sus hijos damos gracias al Señor por su vida larga y fecunda. ¡Descanse en paz!
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