El derecho a soñar es gratis y al alcance de todos, pero la labor de los Salesianos en Colombia, como en los más de 130 países en los que están presentes los misioneros permite en muchos casos, además, que se hagan realidad con un futuro lleno de oportunidades en un ambiente familiar y de cariño y al margen de la pobreza.
Ciudad Don Bosco en Medellín (Colombia) es un amplio complejo de más de 50 hectáreas nacido hace más de un siglo como escuela de artes y oficios para atender a los niños de la calle. Desde hace 40 años se encuentra en su ubicación habitual, en una de las zonas altas de la ciudad, donde atiende diariamente a 2.300 menores y jóvenes en distintos programas educativos haciendo honor a su nombre, una auténtica ciudadela pensada para ellos y su desarrollo académico, profesional y humano.
La columna vertebral de Ciudad Don Bosco es el trabajo de protección de la infancia y la juventud en riesgo. A través de programas tan explícitos y carismáticos como Formando para la Vida, Forjadores de Esperanza, Proyección para la Vida, Caminos de Amistad, Construyendo Sueños, Dejando Huellas y Derecho a Soñar los Salesianos ofrecen un futuro lleno de oportunidades y enseñan un oficio a menores muchas veces sin infancia y marcados por la vida en la calle, los abusos, la violencia y el consumo de drogas.
El programa Derecho a Soñar de Ciudad Don Bosco se realiza en las zonas más altas e inaccesibles de la ciudad, en las llamadas comunas que van surgiendo por la migración del campo a la ciudad y donde en la mayoría de casos no llegan ni las instituciones, ni los servicios sociales más básicos (agua, electricidad, sanidad, educación…).
Son zonas en las que las armas se siguen viendo como algo normal, donde a nadie del centro de la ciudad se le ocurre ir y donde siguen existiendo las llamadas barreras invisibles, que significan que una deuda con los grupos criminales, aunque sea de unos antepasados, impiden cruzar ciertos límites porque hacerlo significa una muerte segura de un disparo. Eso quiere decir que muchos nacen, crecen y mueren sin salir de esa comuna y, lo que es casi peor, que los menores viven como normal el clima de violencia y abusos al ser lo único que conocen.
Pero en medio de esta violencia el estilo de Don Bosco se ha hecho presente gracias a los Salesianos, que realizan un trabajo educativo a través de un programa mixto que atiende a menores y también a sus familias varios días a la semana. Es una educación de encuentro, de calle con equipos formados por tres jóvenes profesionales, la mayoría de ellos salidos de ambientes salesianos (un educador, un psicólogo y un trabajador social), acompañados de una labor pastoral realizada por un salesiano y en las que también refuerzan la alimentación de los menores ofreciéndoles un almuerzo.
En medio de familias desestructuradas, con problemas de violencia y abusos a menores, los Salesianos han ido poco a poco acercándose a ellas con actividades lúdicas y recreativas al aire libre hasta ganarse su confianza y resultar ahora mismo indispensables en su día a día ante la falta de servicios en esas zonas.
La pedagogía salesiana, con los más de 400 menores y sus familias de entre 7 y 17 años que atiende el programa incluye tres momentos:
- Pedagogía de la confianza: se establece el vínculo de cercanía con los menores hasta el punto de que se le va a buscar a casa si deja de acudir para conocer sus problemas y el ambiente familiar y buscar soluciones.
- Pedagogía de la esperanza: los menores y sus familias reciben acompañamiento continuo en el que reconocen que no todo tiene que ser violencia a su alrededor y donde se les ofrecen otras herramientas para relacionarse entre ellos. Los Salesianos se convierten en referentes y en esta etapa ya reconocen la transformación en sus conductas y se sienten especiales por sus capacidades.
- Pedagogía de la alianza: es el momento de cumplir compromisos, de prepararlos para continuar su educación con las posibilidades y la ayuda que ofrece Ciudad Don Bosco y de aprender un oficio tras reconocer sus logros personales, familiares y sociales y convertirse en un modelo para otros menores en su misma situación.
En este ambiente tan adverso, el Sistema Preventivo de Don Bosco que se aplica en Derecho a Soñar ya ha conseguido resultados educativos exitosos en los menores y en sus familias gracias a las técnicas de animación sociocultural, a la atención personal y grupal y al apoyo de los equipos profesionales de Ciudad Don Bosco. En Colombia, la paz está más cerca y la educación será el motor para las nuevas generaciones. De momento, los Salesianos garantizan el Derecho a Soñar de los menores con un mundo mejor y los ayudan a que se haga realidad.
Alberto López Herrero
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