Era el primer viaje fuera de Italia y el primer encuentro con los jóvenes. Benedicto XVI heredó de Juan Pablo II las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) y acudió a la cita que estaba programada del 16 al 21 del pasado mes de agosto en Colonia. Allí acudieron cerca de un millón de jóvenes para encontrarse con el Papa. Colonia, ciudad anfitriona;/strong> A lo largo de esa semana fueron llegando a Colonia, y a las ciudades de alrededor, los chicos y chicas que iban a participar en la XX edición de la JMJ. Como los Magos, cuyas reliquias se veneran en la Catedral, acudieron jóvenes de más de 130 países animados por el eslogan elegido: “Hemos venido a adorarlo”. Algunos habían recorrido miles de kilómetros para participar en tan singular acontecimiento, especialmente los provenientes de países de Oriente. Fueron alojados en centros parroquiales, colegios y, especialmente, en muchos hogares que abrieron sus puertas para acoger a los jóvenes peregrinos. Hasta el jueves 18, día en que llegaba el Papa a Colonia, los jóvenes participaron en catequesis que impartían los obispos que acompañaban a estos jóvenes. Hacia las nueve y media de la mañana, los prelados dirigían unas palabras a los jóvenes y mantenían un diálogo con ellos. Después celebraban la eucaristía y, durante todo el tiempo, había sacerdotes a disposición de los jóvenes para las confesiones o dirección espiritual. Colonia se fue convirtiendo, en palabras de Benedicto XVI, “en el centro del mundo cristiano” y sus calles se llenaron de la alegría contagiosa de los jóvenes creyentes. Porque no hay que olvidar que, este encuentro, es una reunión de creyentes, de cristianos que, siguiendo la estrella de Jesús, acuden convocados por la llamada del Papa. Este Papa que, por primera vez, se encontraba con ellos y que manifestó, en la primera ocasión que tuvo: es “una dicha encontrarme con vosotros aquí”, y que recogió con gusto “esta extraordinaria herencia espiritual que nos ha dejado el Papa Juan Pablo II”, supo proponer a los jóvenes temas para madurar y crecer en la fe. Benedicto XVI, en los encuentros multitudinarios que mantuvo con los jóvenes, les invitó a abrir el corazón a Dios, “dejaos sorprender por Cristo, dadle el derecho a hablaros” -dijo-, y a buscar la felicidad “que tiene un nombre, un rostro: el de Jesús de Nazareth”. Les previno del riesgo de construirse una religión a la carta y les animó a seguir al Jesús “que nos muestran las Sagradas Escrituras y que en la gran comunidad de fieles llamada Iglesia se manifiesta viviente”. Aunque sin el dominio de la escena de su predecesor, Benedicto XVI conectó con los jóvenes y les habló de la urgencia de comprometerse en la transformación del mundo, en hacer una verdadera revolución que “consiste únicamente en mirar a Dios”. El Movimiento Juvenil Salesiano en Colonia;/strong> En el marco de la JMJ, se organizó el encuentro de los jóvenes provenientes del Movimiento Juvenil Salesiano (MJS). La Inspectoría salesiana de Alemania organizó el encuentro que se celebró la tarde del 17 de agosto en el Don Bosco Club de Colonia. Allí llegaron más de 4000 jóvenes, acompañados por salesianos y salesianas, que abarrotaron la Don Bosco Strasse. Entre ellos, los llegados de las Inspectorías de SDB de Córdoba, Sevilla y de las FMA de Madrid. En una plaza, delante de la iglesia de los salesianos, se colocó un pequeño escenario por el que fueron pasando representantes de distintos países En el encuentro estuvieron presentes Mª Carmen Canales, Consejera General de Pastoral Juvenil de las FMA y Albert van Hecke, consejero regional de Europa Norte de los SDB. Dirigiéndose a los jóvenes del MJS, provenientes de más de 30 países, sor Mª Carmen les invitó a “caminar, buscar y vivir con la fuerza que tuvieron los Magos”. Partiendo, precisamente, de la frase del evangelio en la que se dice que los Magos “volvieron por otro camino”, Mª Carmen Canales animó a los jóvenes a volver, también ellos, a sus lugares de estudio y de trabajo, “decididos a transformar la realidad social”. Durante el encuentro hubo actuaciones representando el folclore de distintos países y también se dedicó tiempo a la oración, el Via Lucis, estuvo presidido por don Albert.
Javier Valiente
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