En la Memorias Biográficas de San Juan Bosco se puede leer que un ministro de la reina Victoria llegó al Oratorio y, después de visitar la casa, fue acompañado por don Bosco al salón donde estudiaban cerca de quinientos muchachos. Se admiró mucho al verlos en perfecto silencio con un solo asistente. – ¿Cómo es posible, preguntó el ministro, conseguir tanto silencio y tanta disciplina? (…) – Con la frecuente confesión y comunión y la misa diaria bien oída. Si no se emplean estos elementos religiosos, hay que recurrir a las amenazas y al palo. – ¡Tenéis razón! O religión o palo; quiero contarlo en Londres” (Mbe 7, 475) Al comenzar el curso escolar, nos abrimos, de nuevo, a la realidad de la escuela, tomando como tema de diálogo y de debate, la enseñanza religiosa escolar. Abocados a una nueva reestructuración del sistema educativo, que afectará a la formación integral de las futuras generaciones, nos parece bien compartir algunos puntos de vista sobre éste tema tan fundamental para el desarrollo curricular de los diferentes niveles educativos y para el debate político y social sobre el modelo educativo de España. Porque la enseñanza religiosa escolar, en sus distintas modalidades, constituye un elemento clave en el crecimiento de nuestros jóvenes, no sólo como creyentes, sino también como ciudadanos y miembros de una sociedad preocupada por la educación integral y de calidad de las jóvenes generaciones.
Ángel Miranda
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