Dos años después de aquella primera vez ya era alumno de los Salesianos de Ourense. Tuvo que pasar un año para que conociera por fin lo que era ADS (Amigos de Domingo Savio). Al principio, yo iba porque me lo pasaba bien y conocía gente nueva, pero poco a poco fui entendiendo lo que verdaderamente significaba ser amigo de Domingo Savio. Ése fue el punto de inflexión; me encontraba en Catecumenado y me ofrecieron probar como preanimador en un “magosto” (fiesta popular ourensana con castañas y chorizos). Disfruté de un día estupendo con los niños. Tenía ya 16 años. Todo eso me gustó, y poco a poco, durante este año, fui repitiendo sin ataduras y participando. Una de las actividades más intensas fue el campamento urbano, en el mes de agosto. Esta experiencia fue la que me “enganchó”.definitivamente.Al año siguiente era preanimador y participaba en todas las actividades con muchas ganas e ilusión… y hasta el día de hoy, que tengo 22 años y coordino un grupo de niños de 9 a 11 años llamado “Andaina” (palabra gallega que significa “camino que queda por recorrer”). Los niños empiezan un camino que, con el paso de los años, se va completando y los va convirtiendo en personas adultas. Quizás eso es lo más gratificante de ser animador, ver cómo aquellos primeros niños con los que has trabajado, se han convertido en animadores y ahora los tienes a tu lado en las reuniones, te ayudan a preparar las actividades, los materiales… en fin, que te das cuenta de que sí has hecho bien las cosas años atrás. Desde estas líneas animo a todo el mundo a que pruebe la experiencia de animar. ¡Seguro que os enganchará!
No hay Comentarios