A raíz de las elecciones, el CIS hizo una “Encuesta postelectoral” para saber cómo se definían en términos religiosos los votantes del PP y del PSOE. La base era 11.000.000 del PSOE y 9.700.000 del PP. Se declararon católicos 9.000.000 del PP y 8.700.000 del PSOE. Su práctica religiosa era: Casi todos los domingos y festivos: 3.000.000 del PP y 1.300.000 del PSOE. Varias veces a la semana: PP: 430.000. PSOE: 100.000. Es decir que de los 20.700.000 de votantes, 4.830.000 se declaran católicos practicantes. Y a éstos habría que añadir algunos miles o millones más de entre los que no votaron. La pregunta es obligada: ¿qué peso tienen hoy estos millones de católicos en la política española? Bernanos, escritor católico francés afirmó: “la mayor desgracia de este mundo no es que haya impíos… sino que nosotros seamos unos cristianos tan mediocres… Decís que el mundo os falla. Sois vosotros los que falláis al mundo”. Todo cambiaría, sin ninguna duda, si hubiese coherencia entre lo que creemos y lo que vivimos. Lo sabemos, pero estamos más cómodos así. El pasado septiembre Juan Pablo II beatificó a Alberto Marvelli, italiano, antiguo alumno salesiano. Al acabar la segunda guerra mundial, en el ambiente encrespado de la posguerra, al que se añadía el tenso enfrentamiento entre comunistas y democristianos, Alberto se presenta a las primeras elecciones administrativas. Uno de los comunistas dijo:”Aceptaría que perdiese mi partido, si sale elegido Marvelli como alcalde”. Su honradez, su disponibilidad para todos, la verdad y coherencia de su vida eran sus mejores avales. No pudo ser elegido. El 5 de octubre de 1946, cuando iba en bicicleta a un mitin, un camión militar lo atraopelló. Cuando pasó el féretro por las calles, lo acompañaba una gran pancarta: “Los comunistas de Bellariva honran al hijo y hermano que ha derramado tanto bien en esta tierra”.
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