Queridos amigos: Estoy seguro que alguno piensa que el Papa tiene más de cuatro preocupaciones. Y, posiblemente, tenga razón. Lo que pasa es que aquí nos referimos, concretamente, a algunas que Benedicto XVI expuso en el discurso de comienzo del año nuevo que dirigió, el pasado mes de enero, a los embajadores de los países con los que mantiene relaciones la Santa Sede. Son las preocupaciones que al Papa le suscita, a inicios del 2007, la situación mundial. Es muy probable que ya las conozcamos, pero, igual que yo, imagino que todos vosotros pensáis que, al menos en este mes de febrero, no nos viene mal recordarlas como dirigidas, también, a nosotros. Ya veréis por qué. La primera preocupación del Santo Padre es el hambre. “¿Cómo no pensar en los millones de personas, especialmente mujeres y niños, que carecen de agua, comida y vivienda?”, se preguntó. “El escándalo del hambre, que tiende a agravarse, es inaceptable en un mundo que dispone de bienes, de conocimientos y de medios para subsanarlo”, aseguró también. El segundo motivo de preocupación para el Papa en el escenario mundial lo constituyen las “dificultades en las negociaciones» sobre el desarme, en particular “sobre las armas convencionales así como sobre las armas de destrucción masiva”, acompañada por “el aumento de los gastos militares a escala mundial”. “Las cuestiones de seguridad, agravadas por el terrorismo que es necesario condenar firmemente, deben tratarse con un enfoque global y clarividente”, advirtió. La inmigración constituye otra de las preocupaciones de Benedicto XVI, pues “millones de hombres y mujeres se ven obligados a dejar sus hogares o su patria debido a violencias, o a buscar condiciones de vida más dignas”. “Es ilusorio pensar que los fenómenos migratorios puedan ser bloqueados o controlados simplemente por la fuerza. Las migraciones y los problemas que crean deben afrontarse con humanidad, justicia y compasión”, señaló. Por último, el Pontífice denunció “los continuos atentados a la vida, desde la concepción hasta la muerte natural”, que siguen teniendo lugar en el planeta. “Se extienden también amenazas contra la estructura natural de la familia, fundada en el matrimonio de un hombre y una mujer, así como los intentos de relativizarla dándole el mismo estatuto que a otras formas de unión radicalmente diferentes”. “Todo esto –aseguró el Papa- ofende la familia y contribuye a desestabilizarla, violando su carácter específico y su papel social único”. Asimismo, reconoció, “otras formas de agresión a la vida se cometen a veces al amparo de la investigación científica”, la cual, apuntó Benedicto XVI, “se apoya en la convicción de que la investigación no está sometida más que a las leyes que ella se da a sí misma, y que no tiene otro límite que sus propias posibilidades”. “Es el caso, por ejemplo, del intento de legitimar la clonación humana para hipotéticos fines terapéuticos”, dijo el Santo Padre al concluir el apartado de su discurso dedicado a los motivos de preocupación que suscita la situación mundial. Unos motivos de preocupación, amigos, que deberían serlo también para toda la Familia Salesiana y amigos de Don Bosco. Mejor todavía: unos motivos de preocupación que sería bueno formaran parte de nuestro programa de vida y acción para el año 2007. En este mes de febrero, sin ir más lejos, podríamos ya tener en cuenta, especialmente, uno de ellos: el hambre de tantas personas en el mundo. En la medida de nuestras posibilidades, colaboremos, pues, con Manos Unidas en el empeño de erradicarla. ¡Podemos y debemos! Con mi afecto y oración.
Pablo Marín Director
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