En primer lugar, quiero felicitaros, de todo corazón, el nuevo año que se acaba de iniciar. Y quiero hacerlo –perdón si os parece demasiado atrevido por mi parte- de la misma manera –y casi con las mismas palabras- que Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo y nuestro Padre, nos felicitó el día primero de este mes de enero: con una bendición. Así, pues, amigos, que durante todos los 365 días de este año 2007 recién comenzado, el Señor os bendiga y os proteja, ilumine su rostro sobre vosotros y os conceda su favor; se fije en cada uno de vosotros y os otorgue la paz (cf. Nm 6, 22-27). ¿Cómo se han portado los “Reyes” este año? Espero que, como dice un villancico que, todavía, se canta en algunos lugares de España al menos, hayan venido “cargaditos de juguetes”, o sea, de regalos para todos: para los más pequeños de la familia, especialmente, pero también para los más creciditos, sean adolescentes o jóvenes, y, por supuesto, para los adultos y mayores. Pero este mes de enero, amigos, no sólo nos ha traído la buena noticia de que hemos comenzado el nuevo año 2007 con una bendición –o regalo- de Dios nuestro Padre: ni más ni menos que su Hijo Jesucristo, nacido en Belén; el Salvador de la Humanidad al que los Magos adoraron y ofrecieron regalos (cf. Mt 2, 1-12). A los que formamos parte de la Familia Salesiana o nos consideramos amigos de Don Bosco, este primer mes del año 2007, nos trae también otras muchas -y buenas- noticias. En efecto, para toda nuestra gran Familia, enero es siempre un mes muy querido y significativo por diversos motivos. Quizás nos parezca un dato sin importancia, pero ya sabemos que se trata del mes del año que, junto con mayo, concentra más fiestas y memorias litúrgicas relacionadas con el carisma salesiano. El día 15 hacemos memoria del beato Luis Variara, sacerdote salesiano y fundador de las Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, grupo perteneciente a la Familia Salesiana; el 22, nuestro recuerdo es para la beata Laura Vicuña, joven chilena alumna de las Hijas de María Auxiliadora; a san Francisco de Sales, patrono de la Congregación Salesiana, lo celebramos el día 24 de enero y, el 30, al beato Bronislao Markiewicz, sacerdote y fundador de otro grupo que, también, forma parte de la Familia Salesiana: los Micaelitas. ¿Y no hay ninguna fecha más que destacar? Claro que sí. Falta la principal, es decir, una que concentre todo nuestro amor y agradecimiento en quien ha dado origen a nuestra Familia. Concretamente, el 31 de enero. En efecto, amigos, se trata del día en el que celebramos la fiesta de un santo de los “nuestros” que brilla con luz propia en este primer mes de cada año: san Juan Bosco, precisamente, el santo y nuestro “padre, maestro y amigo” al que hemos dedicado el tema central de este número del Boletín Salesiano que acabáis de recibir. Como siempre, estamos invitados a leerlo, a reflexionarlo y, consecuentemente, a intentar poner en práctica lo que, de acuerdo con nuestro estado de vida, posibilidades y circunstancias, consideremos en conciencia que podemos y debemos hacer. Su autor es don Francisco Santos, joven sacerdote salesiano de la Inspectoría de Madrid que, entre otras muchas tareas, coordina la Comisión Nacional de Animación Vocacional. Con los ojos fijos en el itinerario y experiencia vocacional de Don Bosco, Paco, entre otras muchas cosas, nos recuerda que la misión salesiana entre los jóvenes consiste también en estimularlos a tomar conciencia de su responsabilidad activa en la vida de la Iglesia. Esto quiere decir que todos los miembros y grupos de nuestra Familia deberemos empeñarnos, con más entusiasmo, dedicación y decisión si cabe, dadas las circunstancias, en la animación vocacional salesiana. La pervivencia de nuestro carisma o vocación no es sólo cosa de Dios, o de cada grupo de la Familia Salesiana en particular. La pervivencia de nuestro carisma o vocación es cosa de todos. Pues, ¡animo! y ¡feliz fiesta de Don Bosco! Con mi afecto y oración.
Pablo Marín Director
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