Sobre los adolescentes publicamos ya en el mes de junio del 2009 una primera parte. Pero éste es un tema que merece una segunda, tercera, cuarta y no sé si enésima parte, por aquello de lo complejo y agotador que resulta convivir con un hijo adolescente y no morir en el intento, o no salir mal herido, deprimido, ansioso, agotado, desalentado… o no sé cuantos «ados» o «idos». En fin, voy a intentar señalar algunas pautas para seguir conviviendo con los hijos adolescentes y salir con éxito en el intento. Ya que estamos en tiempo de Pascua nada mejor decir a padres que conviven con hijos adolescentes que tienen que ¡vivir con esperanza! Y ¿por qué? Pues porque la adolescencia ¡se termina! Esta es la gran alegría. Y es que antes o después, quieras o no quieras, la adolescencia se acaba, tiene un final. Y esto es así porque es un ciclo evolutivo y por lo tanto tiene un principio y un fin. Por lo que lo más sensato y saludable, para los padres, es aprender a situarte durante esos 5 años que tiene de duración, de manera que puedan salir de la etapa lo menos doloridos posible. Y esto depende casi exclusivamente de los padres y del modo como se sitúen ante el hijo adolescente. No hay que olvidar que el adolescente está pasando por el peor periodo de la vida humana y que, a lo largo de él sufre dos grandes crisis:- Crisis de identidad: deja de ser niño para no saber qué es, pero sabiendo con claridad meridiana que ya no es un niño.- Crisis de autoafirmación: Se afirma el yo de la personalidad con una fuerza no vista ni percibida hasta este momento. «Yo soy y quiero hacer lo que me dé la gana». Estas dos grandes crisis le hacen comportarse de manera desafiante, desconfiado, aislado, rebelde, narcisista, a alejarse de los padres, etc.,… Ante estas conductas y actitudes, ni los padres más experimentados pueden mantener siempre la calma, la serenidad y la paz interior, sin que se les escape algún grito, amenaza, castigo desproporcionado, enfado irracional, etc.,… Sin embargo, no pueden olvidar durante esta etapa, algunas pautas que paso a exponer.Diez pautas 1.- Vuestro hijo os sigue queriendo y necesitando, tal vez más que antes, aunque no lo expresará ni demandará con la claridad que lo hacía cuando era niño.2.- Su mirada de desprecio, sus desplantes, su lenguaje corporal de enfado e irritación, se da porque estáis interceptando su proceso de afirmación, pero esto está al margen del amor que os tenéis mutuamente. «Le amargas la vida, pero te sigue queriendo».3.- Que las actitudes básicas ante un adolescente son: proponer, exponer, no imponer, y,… negociar. Aunque siempre habrá cosas innegociables.4.- El mundo afectivo del adolescente está polarizado en sus amigos. Sus amigos son su «gran tesoro» y su mayor responsabilidad: «cuidar el tesoro encontrado». Por tener amigos son capaces de cualquier cosa. Y digo cualquier cosa literalmente, que no os sorprenda.5.- El adolescente ante las figuras parentales (padre-madre) siempre expresará lo racional, es decir, aquello que le toca decir porque es mayor, pero no expresará lo emocional, es decir, lo que necesito de ti papá o mamá. A los padres les toca descifrar lo emocional, ¡tela! Así, cuando os dicen: RACIONAL EMOCIONAL• No me agobies, (también te están diciendo) pero… no me olvides• No me preguntes, (también te están diciendo) pero… interésate por mí• No vayas a verme, (también te están diciendo) pero… estate allí• Ignórame, (también te están diciendo) pero…estate en casa conmigo• No me toques, (también te están diciendo) pero… quiéreme6.- El adolescente tiene una necesidad de privacidad y de intimidad, que no tiene cuando es niño. Considera que los temas que a él le interesan, no tienen interés para sus padres. No intentes entrar, insistentemente, en su vida privada, a menos que te lo permita.7.- «No rompas una pequeña vía de comunicación con tu hijo adolescente al estar constantemente en pugna con él por cosas accesorias». Selecciona las situaciones por las que vale la pena establecer una «pelea» con él.8.- Es muy importante saber discernir entre lo esencial y lo accidental. Vale la pena gastar energías en lo esencial. Y en lo accesorio, aceptar la visión de tu hijo.9.- Esperar y no desesperar. Potenciando todas sus cualidades. Intentando «querer» lo que él «quiera». Ellos necesitan percibir que a sus padres también les importan sus cosas. Y sus cosas son: la ropa, la música, sus hobbies, los deportes, el mundo social de los demás,…10.- No dejes de encontrar algún momento para disfrutar de tu hijo adolescente. No es sano que los hijos estén constantemente viendo a sus padres serios, preocupados, ensimismados en sus problemas, sin sonreír, sin canturrear por la casa, sin bailar en el salón, sin gastarse bromas, sin hacerse arrumacos, sin abrazarse, sin besarse, sin mirarse de una manera cómplice, sin percibir que a pesar de todo… ¡vale la pena estar en casa! Ojalá vuestros hijos os puedan ver y sentir así. ¡Mucho ánimo!
Antonio Ríos Sarrió
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