Para realizar su propia vocación de salvar a la juventud pobre y abandonada, Don Bosco buscó una unión amplia de fuerzas apostólicas. «Debemos unirnos en estos tiempos difíciles», escribía en el año 1876 en el Reglamento de los Cooperadores. Y un año más tarde, en el Boletín Salesiano: «Unirnos entre nosotros y todos con la Congregación… Unámonos, pues, mirando al mismo fin y usando los mismos medios para conseguirlo… Unámonos como una sola Familia, con el vínculo de la caridad fraterna que nos impulse a ayudarnos y sostenernos mutuamente en bien de nuestro prójimo». Esta convicción, en Don Bosco, fue muy sólida. No la abandonó nunca. Pensó, soñó y fundó una Familia para los jóvenes. Salesianos de Don Bosco, Hijas de María Auxiliadora, Salesianos Cooperadores, Asociación de los Devotos de María Auxiliadora, Asociación de Antiguos Alumnos constituyeron las primeras ramas de un árbol verdaderamente frondoso. Hoy son 23 los grupos oficial y públicamente reconocidos pertenecientes a la Familia Salesiana. A todos nos invita el Rector Mayor este año en su aguinaldo a vivir la propia vocación y misión, a crecer en comunión, a hacer nuestro el propio lema de Don Bosco, da mihi animas cetera tolle, a unirnos todos y comprometernos juntos en la salvación de los jóvenes. Son muchos los campos que hoy preocuparían a Don Bosco: la vida, la familia, la educación, los derechos de los menores, la evangelización, el problema de la paz, del hambre, de la pobreza, la solidaridad global… Empeñémonos en un compromiso compartido. Hoy, mucho más que en los años de Don Bosco, vivimos en «tiempos difíciles». Debemos unirnos, crecer en comunión, construir entre todos la Familia Salesiana de Don Bosco.
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