Tiene 42 años, nació en Valsalabroso (Salamanca) y es la segunda de cinco hermanos. Oyó hablar de Don Bosco muy pronto pues tiene dos tíos salesianos sacerdotes, una tía salesiana, además de una tía Hija de la Caridad. Estudió Magisterio en la Escuela “Gabriel y Galán” de Salamanca, donde además trabajó un año en el colegio San Juan Bosco de las FMA y fue animadora del grupo Scout. Profesó en El Plantío en 1987 y su primer destino fue Caldas de Reyes (Pontevedra). Después estuvo tres años en la Facultad Pontificia Auxilium (Roma) estudiando Catequética. Regresó a Salamanca para completar la licenciatura en Pedagogía mientras era asistente de chicas universitarias en Salamanca-Sancti-Spíritus. Tres años de directora en esa misma casa y en 1999 es nombrada directora de la Casa Provincial de León y Vicaria inspectorial. Se te ha nombrado Provincial de la Inspectoría “Virgen del Camino” de León. Llegas a este cargo muy joven, ¿cómo te sientes? Asumo esta nueva responsabilidad desde la fe, con gran confianza en Dios, consciente de que se me confía una misión que humanamente me supera pero Dios suele valerse de instrumentos pobres para llevar adelante sus proyectos. Resuena en mí con fuerza esta expresión sálmica: “Confía en el Señor y haz el bien” (sal 36). Parece que dejas entrever alguna otra motivación por la que has dado este Sí. La aceptación de este servicio de animación y gobierno de la inspectoría “Virgen del Camino” es expresión también del agradecimiento que debo a nuestro Instituto. Es una forma de decir gracias, sobre todo por la formación recibida y por las oportunidades de crecer como persona creyente y como salesiana que, a lo largo de estos 21 años que llevo dentro del Instituto, se me han brindado. ¿Qué consideras prioritario en tu nueva misión? No me preocupa el “hacer muchas cosas” en este sexenio; quiero trabajar con generosidad, sí, en todo lo que esté a mi alcance pero donde verdaderamente quiero poner el acento es en el ser entre mis hermanas semilla de bondad, de alegría, de comunión, de entrega gozosa. Lo verdaderamente importante es que el reino de Dios siga avanzando y para nosotras, salesianas, que los jóvenes, a través de nuestro ser y hacer, descubran a la persona de Jesucristo que salva y se adhieran a Él. Creo que éste es el gran objetivo que buscamos todos los miembros de la Familia Salesiana. Parece una apuesta difícil… Ciertamente, saber relativizar todo y buscar únicamente “el reino de Dios” no es posible sin la ayuda del Señor y de las hermanas; esto exige llevar una vida interior profunda, una escucha atenta de la Palabra, dejarse interpelar por ella, en definitiva, vivir en continua conversión. Hablas de una auténtica obra de arte… Sí. Me gustaría ser lo suficientemente artista para ayudar a cada hermana y a cada persona con la que me relacione a poner en juego lo mejor de sí misma para el bien común, para que en nuestras comunidades FMA, en las comunidades educativas, en los grupos de Familia Salesiana se viva la fraternidad, la ayuda mutua, el espíritu de familia, la alegría que produce el sabernos Hijos de Dios y amados por Él. La felicitación que Madre Antonia Colombo me hacía estos días va en esta línea: que María te ayude a ser “hermana entre hermanas” y a promover caminos de colaboración en vista de la común misión. ¿En quién te apoyas? En este servicio no estoy sola, las hermanas que forman el Consejo inspectorial son un gran apoyo. Juntas reflexionaremos y buscaremos caminos concretos para animar y gobernar con criterios evangélicos, con esperanza, abiertas a las exigencias reales de nuestras comunidades y de nuestra misión y al mismo tiempo, atentas a lo que se pide hoy a la vida religiosa para ser profecía en un mundo que, en muchos momentos, vive y actúa como si Dios no existiera. Cuento además con la implicación generosa y corresponsable de todas las hermanas de la inspectoría y de los seglares con los que llevamos adelante nuestra misión entre los jóvenes. Todo grupo organizado tiene su proyecto de actuación. ¿Cuál es la propuesta de vuestro consejo? No partimos de cero. Hay un camino trazado en el Instituto y en la inspectoría y esto es importante, aunque tengamos que reflexionar continuamente y revisar los pasos que se van dando, en muchos momentos se tratará de dar continuidad a opciones ya consensuadas en la inspectoría, concretamente en línea con el último Capítulo General celebrado en 2002. Lo que creo que no es tan sencillo es saber priorizar entre los muchos aspectos que hay que tener en cuenta, por una parte: nuestra realidad, hermanas que formamos la inspectoría, con las posibilidades reales de implicación en la misión, los distintos tipos de presencia, y las exigencias de la tarea educativo-evangelizadora entre los jóvenes; la escasez de vocaciones, el proceso de revitalización inspectorial iniciado; y por otra parte, las nuevas pobrezas: situación precaria de la mujer en muchos ambientes, el fenómeno de la inmigración, el pluralismo religioso, etc.; las llamadas de la Iglesia a colaborar en las parroquias y en las diócesis. Afrontar todas estas cuestiones internas y externas y lograr que el carisma salesiano siga teniendo vitalidad hoy en la Iglesia, sólo es posible si creemos en la presencia y la fuerza del Espíritu que abre caminos aunque sean exigentes y arriesgados.

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