La ;i>Deus caritas est es la primera encíclica de la historia de la Iglesia que cita a don Bosco: “Contemplemos finalmente a los santos, a quienes han ejercido de modo ejemplar la caridad. (…) Figuras de santos como Francisco de Asís, Ignacio de Loyola, Juan de Dios, (…) Vicente de Paúl, (…) Juan Bosco, Luis Orione, Teresa de Calcuta —por citar sólo algunos nombres— siguen siendo modelos insignes de caridad social para todos los hombres de buena voluntad. Los santos son los verdaderos portadores de luz en la historia, porque son hombres y mujeres de fe, esperanza y amor” (n. 40). Pero no sólo en esta mención descubrimos la sintonía salesiana. Hablar del amor cristiano es hablar, sin lugar a dudas, de un aspecto fundamental de nuestra fe. Sin embargo, también supone acercarnos a uno de los fundamentos del sistema preventivo y de la experiencia original de don Bosco. No hay vida ni educación salesiana sin amor. La razón, la religión y el amor son los tres pilares de nuestro sistema educativo. La caridad y la justicia en clave salesiana presentan el rostro de la educación. La formación integral de los jóvenes, especialmente aquellos más desfavorecidos, constituye el mejor regalo que de nosotros pueden recibir. Experiencia educativa que no olvida una auténtica educación para el amor y en el amor, colocando siempre en el centro la persona del joven. Proceso educativo que incorpora de una manera significativa la experiencia de la fe y la pertenencia activa a la comunidad eclesial.
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