Queridos amigos: Nos encontramos de nuevo. Quiere decir que ya pasó febrero y algunas de las fechas significativas que tiene siempre este mes: el día del Ayuno Voluntario, la jornada de Manos Unidas Campaña contra el Hambre, el día de los enamorados, los carnavales… Este año se ha añadido el referéndum de la Constitución europea… Ciertamente, los días pasan, pero nosotros no, ni nuestro empeño por intentar solucionar los problemas que pueden estar detrás de algunas de esas fechas señaladas. La Campaña de Manos Unidas, por ejemplo, durará todo el año. Estoy seguro de que todos somos conscientes de ello y actuaremos en consecuencia. En los primeros días de febrero, por otro lado, comenzó la Cuaresma. Y en ella seguimos. El 27 de marzo celebraremos la Pascua. Antes – el 19 de marzo- celebraremos la fiesta de san José. Felicidades a quienes celebren su santo. Felicidades también a todos los padres. Nos seguimos animando todos a recorrer sin desfallecer el itinerario cuaresmal hacia la Pascua. Como habéis visto por la portada, el Boletín de este mes de marzo tiene como tema central la Eucaristía. Quizás os preguntéis por qué. El motivo es que, en el 2005, celebramos el Año de la Eucaristía. Ya vamos por el quinto mes desde que, el 17 de octubre de 2004, el Papa Juan Pablo II lo iniciara presidiendo la celebración eucarística de apertura. Se concluirá en octubre de 2005, con el Sínodo de los Obispos. Yo sé que todos estamos al tanto de la celebración de este año de gracia para la Iglesia. No obstante, creo que nos viene bien el que, casi a la mitad de este año “intensamente eucarístico”, nos volvamos a recordar los objetivos del mismo y nos planteemos –o replanteemos- cómo vivirlo. Lo primero nos lo dice el Papa mismo: “He querido que este año estuviera dedicado particularmente a la Eucaristía. En realidad, todos los días, y especialmente el domingo, día de la resurrección de Cristo, la Iglesia vive de este misterio. Pero en este Año de la Eucaristía se invita a la comunidad cristiana a tomar conciencia más viva del mismo con una celebración más sentida, con una adoración prolongada y fervorosa, con un mayor compromiso de fraternidad y de servicio a los más necesitados. La Eucaristía es fuente y epifanía de comunión. Es principio y proyecto de misión”. En la carta apostólica Quédate con nosotros Señor, publicada unos días antes de que comenzara este año eucarístico, se precisan aún más estos objetivos: “reavivar en todas las comunidades cristianas la celebración de la misa dominical e incrementar la adoración eucarística fuera de la misa”. Respecto de cómo vivir este Año de la Eucaristía, también Juan Pablo II nos da la clave en dicha carta: “redescubrir y vivir plenamente el domingo como día del Señor y día de la Iglesia”. A nosotros, amigos, este Año nos evoca el amor especial a la Eucaristía que Don Bosco, como sacerdote y educador, experimentó personalmente, propagó e inculcó. Así pues, personalmente y como Familia Salesiana, nos debemos sentir llamados a comprometernos con la mística de este año eucarístico y con el logro de sus objetivos. Para vivirlo así, sigamos el ejemplo de María, “mujer eucarística”. Con mi afecto y oración
Pablo Marín, director
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