Domenico Palestrino fue coadjutor salesiano. Don Bosco le confió el cuidado del santuario de María Auxiliadora del que fue su sacristán y su custodio durante cuarenta y cinco años. Fue un hombre bueno y sencillo que se ganó enseguida la
Los que estuvieron cerca de Don Bosco en sus últimos años, siempre lo vieron acompañado y sostenido por un clérigo joven, espigado y extremadamente amable en el trato con todos. Carlo Viglietti fue, por expresa voluntad del santo, su apoyo
Corría el año 1864 cuando Don Bosco, en sus habituales paseos de otoño, recaló por primera vez con sus chicos en Mornese los días del 7 al 11 de octubre. Este episodio quedará impreso en los anales de la historia
En 1898, en la tipografía de la casa salesiana de San Benigno Canavese, se editaba el primer volumen de una obra titulada “Memorie Biografiche di don Giovanni Bosco”. Don Lemoyne, el autor que había dedicado los últimos quince años a
Algo especial debía tener aquel joven cuando Don Bosco lo escogió para acompañar a don Rua en la primera fundación fuera de Valdocco, en Mirabello. En efecto, Domenico Belmonte era un excelente novicio que se iniciaba en la vida religiosa
Fue una de las últimas frases pronunciadas por el santo. Don Bosco, unas horas antes de entrar en coma, los días previos a su muerte acaecida el 31 de enero de 1888, exclamó apretando la mano de su fiel colaborador
Quedará siempre en la memoria colectiva de nuestra familia como el maestro de novicios de las primeras hornadas de salesianos. Don Giulio Barberis, en efecto, desempeñó este servicio entre 1874 y 1890, décadas de una importancia vital para el crecimiento
El 9 de abril de 1875, Don Bosco escribía a un joven sacerdote del Oratorio de Valdocco, profesor de letras: “Yo haré lo que pueda por despertar el amor al estudio en tus alumnos; pero tú haz también lo
El 13 de junio de 1856, Don Bosco escribió a un joven de Giaveno (Turín) que se planteaba en aquel verano su vocación sacerdotal: “Si dices con las palabras lo que tienes en el corazón, tendrás en mí a un
Cuentan de él que era un gigante. De pequeña estatura, un corazón grande latía con fuerza y pasión en aquel apacible muchacho que llegó al Oratorio en el otoño de 1858. Pablo tenía trece años y Don Bosco descubrió muy