La vida de Don Bosco nos muestra, tanto en él como en sus muchachos, que todos tenemos posibilidades de encontrar nuestra vocación y seguirla. En salesiano, se entiende que cada uno tiene un camino que recorrer, que se encuentra en una determinada circunstancia, que puede haber dificultades, pero no se entiende que haya alguien imposibilitado para experimentar el amor de Dios y llegar a su encuentro. Esta es nuestra confianza salesiana. Ninguno de nuestros destinatarios puede decir que no hay proyecto de Dios en su vida, que no hay propuesta para él, que no hay vocación en su vida.Desde esta convicción -en primer lugar espiritual, pero también experiencial en la vocación de cada uno e histórica, por la multitud de casos reales en que así se ha experimentado- el salesiano educador trabaja por recorrer con el joven un camino personalizado de maduración vocacional. En este camino, situado concretamente en la vida y en la historia de cada uno, el salesiano hace experiencia de Dios, encuentra la realización más profunda de su vocación y se compromete a ofrecer al joven la ayuda necesaria para poder dar respuesta libre y consciente a su propia vocación: la vocación que Dios le ofrece y que tiene que aprender a descubrir en la vida. <span class="Estilo2">Testimonios creíbles</span> Más que con recursos, técnicas, dinámicas o materiales, la animación vocacional se construye con personas convencidas de aquello que proponen. Como Don Bosco, el bien de los jóvenes lleva a los educadores salesianos a proponer el camino vocacional como un modo coherente, adecuado y libre de vivir. Sólo cuando el animador está animado, el acompañante está acompañado y el creyente está convencido, se puede empezar a pensar en una animación vocacional posible. No somos funcionarios de la vocación, asalariados de la vida salesiana, mercenarios de la pastoral. Somos parte de un proyecto más amplio que nosotros mismos, y toda nuestra realidad profesional, personal, existencial está implicada en la vida salesiana. No conocemos a un Don Bosco que fuera capaz de dedicarse a los jóvenes a tiempo parcial, por temporadas o según un orden de prioridades. Don Bosco no hace parcelas en sus asuntos, sino que sus asuntos son su desvelo continuo, su preocupación por la promoción de los jóvenes en todas sus dimensiones: humana, espiritual, intelectual, religiosa, trascendente. Don Bosco quiso colaboradores para todo. A todos ofrecía un modo concreto de ayudarle a llevar a cabo su misión, porque venía de Dios, y a sus colaboradores los consideraba enviados por Dios. Los que decidieron quedarse para siempre con él, comprendieron enseguida que abrazar la causa de Don Bosco, la misión de educar y evangelizar a los jóvenes más pobres y abandonados, requería una entrega que sólo siendo total podía ser posible. La vocación salesiana nace como respuesta a una necesidad. La respuesta vocacional hoy, también se explicita cada vez que se acude en ayuda de una necesidad. <span class="Estilo2">Presentar hoy la vocación salesiana </span> La dimensión vocacional es un eje transversal de la pastoral salesiana. Y toda pastoral, es decir: evangelización, catequesis, itinerario de fe, vida sacramental, educación, promoción, oración, compromiso cristiano… es vocacional. La dimensión religiosa de la vocación es presentada dentro de la pastoral de base: la vida como vocación y la relación con Jesucristo como una respuesta vocacional desde la fe. A partir de esta concepción vocacional de la pastoral, se ofrece una orientación vocacional concreta, específica, que permita al joven tomar decisiones responsables y libres de mayor compromiso con su fe. Para ello se ponen a su disposición distintas experiencias: servicio gratuito hacia los más necesitados, que permiten conocerse en esta dimensión; presentar distintos caminos vocacionales posibles hoy en la sociedad y la Iglesia, que permite abrir horizontes y confrontarse con distintos proyectos; experiencia acompañada de comunidad, en la que se comparte la vida con una comunidad salesiana, y desde dentro se puede el joven orientar en una vivencia concreta de su fe; se ofrecen grupos de reflexión y búsqueda vocacional; encuentros de marcado sentido vocacional con otros jóvenes de la misma edad y con las mismas inquietudes, que permiten poner voz a los sentimientos. En definitiva, presentar la vocación salesiana hoy supone desarrollar la sensibilidad vocacional y hacer explícitas las motivaciones de un modo determinado de vida: la vida salesiana. El itinerario pastoral ofrece también la propuesta vocacional explícita, específica: la vocación religiosa salesiana. Se verifica en esta etapa del itinerario la identidad vocacional de quien ha ido descubriendo en su vida el querer de Dios. Se comienza así una etapa que es al mismo tiempo pastoral y formativa. Se trata de ir ofreciendo a quien muestra indicios vocacionales religiosos salesianos los elementos que necesita para ir madurando en la opción vocacional. Esto se realiza en una comunidad propuesta salesiana, que acompaña el discernimiento vocacional específico facilitando la profundización en el conocimiento de Don Bosco y en la vida y misión salesiana. Permite, en fin, conocer la identidad que el joven se siente llamado a asumir.
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