El factor que explica la fuerte vitalidad de estos 125 años de vida salesiana en España, es, sin duda, la “pasión” de los primeros salesianos. Son, en efecto, hombres vitalistas y apasionados: “pasión por Dios” que les identificaba sin ambigüedades como religiosos, “pasión por María Auxiliadora” cuya devoción propagaban incansablemente con entusiasmo y convencimiento, “pasión por don Bosco” al que muchos conocieron personalmente, “pasión por los niños, adolescentes y jóvenes más necesitados” a cuyo servicio se consagraron en cuerpo y alma. Además, supieron adecuar la misión salesiana y los “lenguajes” en los que se expresaba a las necesidades sociales, educativas y religiosas de la España de finales del siglo XIX y primera mitad del XX. La experiencia educativa que don Bosco había vivido con los muchachos de Turín, se podía repetir, casi calcar, en los pueblos y barrios de las ciudades españolas.
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