Cuando llegaste a Mozambique, ¿estabas preparado para lo que encontraste?¡Mozambique sorprende!. Por mucho que uno se prepare y vaya con la idea de que se va a encontrar una manera diferente de vivir, al llegar allí sorprende la crudeza de la pobreza: cuando hueles a los chicos, los ves, se te marean en clase porque no han desayunado… Cuando esa realidad tiene rostro es una cosa diferente. Y segundo, sorprende la gente, por la manera de afrontar la situación, ciertamente en claves diferentes a las nuestras. Dios me ofreció una oportunidad muy rica al visitar Mozambique. La labor salesiana es muy amplia, ¿qué proyectos tenéis?El proyecto evangelizador, que es siempre nuestra empresa, en Mozambique pasa por la formación profesional. Es un gran reto y una gran oportunidad de ofrecer lo más propio de nuestro carisma, contribuyendo al desarrollo humano y cristiano desde las propias estructuras que nos ofrece el país.La red salesiana está contribuyendo mucho a la reforma de la formación profesional en el país. Es muy reconocida porque está avalada por la práctica. La ministra de Educación llegó a afirmar que los únicos centros profesionales que funcionaban en el país eran los salesianos. Por todas las dificultades que tiene: primero porque no hay profesores ni instrumentos y después por la dificultad propia de la enseñanza profesional que, como tiene un carácter práctico, necesita tanto material y un cuidado constante. ¿Cómo es la situación familiar?Para mí y para algunos hermanos que no son africanos, es un misterio; no llegamos a comprender las relaciones familiares que se establecen. Existe una solidaridad muy grande en la familia extendida -los padres y los hijos, tíos, primos, etc-, pero yo tengo la sensación de que hay una gran confusión en los jóvenes. La estructura familiar, si bien es el núcleo de solidaridad y de subsistencia, no ofrece ese lugar de reciprocidad afectiva, de satisfacción más profunda, de estabilidad. En el sentido económico son muy solidarios y si sufre uno sufren todos, pero después falta la continuidad en el trato. Muchos hijos crecen sin padres, sobre todo la figura paterna. Un hombre puede tener hijos de varias mujeres y eso a veces crea confusión, ellos mismos no saben cómo calificar su situación familiar. Así que para mí es un misterio, no puedo entender la familia en esas claves. ¿Cuál es la situación de la mujer?A mí me da muchísima pena, porque conozco mujeres fantásticas, generosas, entregadas, inteligentes, jóvenes que tienen capacidad para llevar adelante cualquier obligación, capacitadas intelectualmente, con personalidad, pero son como pordioseras de la sociedad, como si tuvieran que pedir un sitio en ella. La mujer es importante en casa en cuanto satisface unas necesidades de organización, de crianza de los hijos, o unas necesidades sexuales. Las chicas tienen asumido que un novio las tiene que pegar, o que delante de él no pueden decir nada, son cosas que llaman la atención, como aceptar que un hombre tenga otra mujer. Después, no hay maneras reales de exigir sus derechos. ¿Cómo es la vida de los jóvenes?Muy limitada, viven la tensión propia de los que ven mucho pero no pueden acceder a ello. En Maputo, la capital, que es un mundo totalmente diferente del rural, los jóvenes sueñan con lo mismo que aquí –tener un coche, un móvil, un trabajo, etc.- pero eso está enfrentado a la dificultad real de no tener a veces qué comer, un lugar donde estudiar, ni siquiera poder comprar un libro. Lo que marca profundamente a los jóvenes es esa tensión, entre la pobreza real que experimentan y las expectativas un poco ficticias. ¿Tienen posibilidad de formarse?Es difícil llegar a la enseñanza secundaria y todavía más difícil llegar a la superior. Muchos no creen que puedan cambiar las cosas, porque las posibilidades de ir para arriba pasan siempre por la corrupción, por tener a alguien que te ayude, entonces están tan instalados en vivir y ser felices en el día a día. Es muy difícil hablar de esperanza cuando no hay mucho horizonte. Es verdad que en medio de todos ellos hay algunos que son luchadores natos. La experiencia de estos años me ha hecho descubrir una cosa que nunca se me había hecho patente y es que ante situaciones límite de pobreza, como ésta, se ve lo mejor y lo más ruin del corazón humano. Lo mejor es ver a estos jóvenes que viven sin medios, aprovechan las pocas oportunidades que tienen, sueñan, se atreven a imaginar y son solidarios con los otros. Y también tenemos otros jóvenes que cuando llega una oportunidad ni se molestan en aprovecharla, o que buscan sacar beneficio de la manera más fácil, aunque sea corrompiéndose. Son los dos extremos. Pero, ¿hay posibilidades de trabajo?Para los que están formados sí. Lo que pasa es que los que están formados son una minoría. La mayor parte se emplea en el comercio informal, en la venta ambulante: Compras una caja de naranjas y después la vendes una por una. Ése es el empleo del 50% de la población. Hay una preocupación extrema por la supervivencia. ¿Queda mucha tarea por delante?Sí, pero lo importante es que la presencia salesiana está junto a los pobres. Recorriendo las casas salesianas se ve perfectamente que están situadas en lugares claramente desfavorecidos y después se ve una clarísima preocupación por no dejar nunca ese ideal de estar con los más desfavorecidos. Con esa tensión de ofrecer siempre lo mejor, dar una seguridad a los chicos, pero dentro de esa predilección por los pobres.
María Jesús Rodríguez
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