A Nizza… Y al “Paraíso” A los pocos años de la fundación del Instituto, Mornese se queda pequeño. Por eso don Bosco adquiere un antiguo convento en Nizza Monferrato, más cerca de Turín, y lo reconstruye para que el naciente Instituto de las FMA se traslade allí. Es preciso, pues, dejar el pueblo que ha visto crecer y madurar a Madre Mazzarello, pero sobre todo el lugar de la primera comunidad de FMA. Aquellas paredes y aquel patio eran la cuna y tenían la fuerza y el realismo del primer amor. El desprendimiento toca el corazón de todas, pero más de la Madre que debe cerrar el colegio. Por eso cuando lee la carta de don Bosco no puede impedir que alguna lágrima revele la pena de su corazón. Pero de nuevo obedece. Como Abrahán se pone en camino…Ya su tierra es el mundo y sus parientes miles de hermanas y jóvenes que esperan cobijarse en el bello y lozano árbol en que se ha convertido la pequeña semilla sembrada por Dios en Mornese. Cuando Madre Mazzarello se aleja de su querido pueblo y deja a sus padres ya ancianos, manifiesta que el “espíritu de Mornese” ha crecido y ha llegado a ser un árbol frondoso, lleno de empuje vital que puede ser transplantado y es capaz de echar raíces en otras tierras y en otros clima. Como ha escrito Madre Colombo “ …La santidad de Madre Mazzarello y las primeras hermanas es una santidad de rostro misionero. Vinieron y fueron formadas en el pequeño centro de Mornese para ser luego enviadas allí donde la necesidad del Reino apremiaba ..Tenían en el corazón la pasión del Da mihi animas. De este modo superaron los miedos y el desánimo y fueron al encuentro de lo nuevo, no por deseo de aventura , sino por la necesidad de testimoniar el amor del Padre”. En Nizza, Madre Mazzarelo estará desde el 4 de febrero de 1879 hasta el 14 de mayo de 1881. Aquí escribe la mayoría de sus cartas y alcanza la madurez humana y religiosa. Junto con las primeras hermanas había vivido con fidelidad creativa el proyecto del fundador (don Bosco) “dando origen al espíritu de Mornese”. El Instituto crecía profundizando en sus raíces y se extendía con un futuro prometedor. Realizado, pues, un camino de amor, Madre Mazzarello muere. Su muerte es el toque conclusivo del “espíritu de Mornese”. No es sólo el último gesto de amor oblativo, sino también signo de unidad y de fecundidad para el Instituto, porque en ella, como en Jesús, el grano muere y produce la espiga, símbolo de la unidad. Es el 14 de mayo de 1881. Había vivido solamente nueve años de religiosa, de los cuales siete como superiora General. A su muerte deja 166 hermanas, 26 casas en Europa y América, 50 novicias y 22 postulantes.
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