Tiene 34 años, “a los 7 comencé a jugar, cuando tuve que venir a estudiar a Pamplona entré en el club Oberena y allí sigo”. Prácticamente al mismo tiempo que entró en Oberena comenzó sus estudios de carpintería en Salesianos: “Oberena y Salesianos son mi casa. Mi vida en la pelota y mi vida en Salesianos, el deporte y la enseñanza, son dos actividades complementarias. Para mis alumnos es importante que yo practique deporte, les motiva y, en ocasiones, les sirve de referencia para sacrificarse y conseguir sus objetivos”.En dos lugares al mismo tiempo Además de jugar a pelota en el equipo Oberena y de ser profesor de carpintería en Salesianos, es entrenador de pelota para jóvenes que comienzan. Nos cuenta una anécdota: “Estaba enseñando pelota, uno de los días coincidió que televisaban en diferido uno de mis partidos. A mi clase venían habitualmente 8 chavales, en 15 minutos se llenó el frontón, cerca de 150 chiquillos, algunos hasta preguntaban como podía estar en dos sitios a la vez…aquella tarde todos querían ser pelotaris”. La técnica hizo que pudiera estar en dos sitios a la vez y su madurez y calidad ha hecho que a lo largo de su carrera como pelotari y como profesor haya encontrado el equilibrio adecuado para compaginar y disfrutar de ambas: “cada persona tiene que encontrar su sitio en esta vida, yo tengo la suerte de haber encontrado ese equilibrio personal…tengo la suerte de ayudar a mis alumnos a formarse, a enseñarles que, en esta vida, todos servimos para muchas cosas, siempre y cuando nos empeñemos y no decaigamos en nuestro esfuerzo. El deporte me ayuda con ellos, el sacrificio que exige es una buena enseñanza para la vida”.Responsable y sereno A lo largo de la entrevista Álvaro va vertiendo sus ideas sobre la educación, sobre el deporte, sobre los valores que se transmiten a la juventud. “Como deportistas tenemos que valorar lo importantes que somos para los chavales hoy, y aunque no me considero deportista importante como los futbolistas, los profesionales de otros deportes, creo que es una responsabilidad muy grande cuando nos convertimos en espejos para ellos, viendo las reacciones que tienen cuando te conviertes en una persona pública, que aparece en la prensa o la televisión, eres el mismo pero ellos te ven diferente y esto hay que cuidarlo porque ellos se están formando”. Estar con “nuestro” campeón mundial siempre es un lujo, no sólo por su medalla sino por su madurez, su serenidad. “Este año, en este mundial, la medalla la vivo como un premio a la constancia y el sacrificio. Conseguirla en el campeonato ha sido difícil, la competición fue durísima, pero mereció la pena en todos los sentidos”.
Marian Serrano
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