Fue un joven cristiano comprometido con la política, dejó un signo de limpieza, de transparencia, de dignidad, de corrección… ¡un gran mensaje para los políticos de hoy! “Se puede estar en política y ser santo, y este es el grandísimo mensaje que deja la vida de Alberto Marvelli” – lo dice el arzobispo de Loreto. Aquí, algunas pinceladas de su vida: – “Mi programa de vida se resume en una palabra: santidad” dijo. – De carácter fuerte, decidido y amante del deporte. – Estudió Ingeniería mecánica cuando Italia estaba en guerra –conflicto que condenó con firmeza. – Ayudó a los pobres durante la II Guerra Mundial y fue uno de los protagonistas de la reconstrucción posbélica de su ciudad: se privaba incluso de sus zapatos para dárselos a los necesitados. – Se desplazaba a lugares donde se ocultaban los refugiados para llevarles alimentos y consuelo espiritual. – Logró salvar a muchos jóvenes de la deportación. – Se le encomendó poner orden en la concesión de viviendas en la ciudad y después el área de la reconstrucción, “servir es mejor que hacerse servir. Jesús sirve”. – Se inscribió en la Democracia Cristiana, se comprometió en la política como un servicio a la sociedad organizada: la actividad política podía y debía transformarse en la expresión más alta de la fe vivida. – El obispo le llamó a dirigir a los Profesionales Católicos. Su compromiso se sintetizó en dos palabras: cultura y caridad. Fundó una Universidad popular y abrió un comedor para pobres, donde él mismo les servía y escuchaba sus necesidades. Formó una cooperativa para los trabajadores de la construcción. – De la eucaristía sacaba la fuerza para realizar su trabajo de redención y liberación, capaz de humanizar la faz de la tierra. – El 5 de octubre de 1946 mientras se dirigía en bicicleta a un comicio electoral. Un camión militar le atropelló causándole la muerte.

No hay Comentarios