¿Cuándo llegaron los salesianos a Indonesia?Nuestra presencia en Indonesia se debe a que los superiores de la Congregación quisieron ayudar en el momento de la integración de Timor con Indonesia. En 1983 intentamos entrar en Timor, pero no nos dejaron, por el conflicto bélico entre el Movimiento de Liberación de Timor y las tropas militares de Indonesia. Fue un momento terrible, de matanzas y represalias, venganzas y revanchas; el pueblo de Timor sufrió mucho, hasta que llegó la independencia, en 1999. Ahora es una nación independiente. Nuestra Inspectoría, por tanto, comprende dos naciones: Indonesia y Timor. ¿Qué diferencias religiosas hay entre Timor e Indonesia?Timor ha sido siempre un país mayoritariamente católico, mientras que Indonesia es la nación de población musulmana más grande del mundo, si bien el Gobierno no es islámico. Indonesia, teniendo la mayor población islámica, más que Pakistán, Egipto, Bangladesh o Irán, en principio tolera a las cinco religiones monoteístas reconocidas -islámicos, protestantes, católicos, hindúes y budistas-. Son tolerantes, incluso el viernes santo, la Navidad y la Ascensión son festivas en el país, junto con otras cinco o seis fiestas musulmanes. Pero siempre hay personas intransigentes. En mi zona, Tigaraksa, a 50 kilómetros de Yakarta, estamos rodeados de islámicos. ¿Cómo es su relación con ellos? Con el musulmán no se puede dialogar, hay que vivir con testimonio y no provocar. Allí no hay más lenguaje que la caridad, la paciencia y la solidaridad. Cuando piden ayuda hay que sentirse solidario con ellos y sentirse libres. Yo al hablar con ellos les digo: “Si usted es un buen musulmán y yo soy un buen católico, nos encontraremos al final en el mismo sitio”. Son caminos diversos pero la acción es la misma.Los viernes, los musulmanes salen de las empresas y van a rezar sus oraciones y a escuchar el sermón. Los católicos también tienen una participación muy alta en la misa, están muy convencidos de su fe, de su religión y de dar testimonio. Los musulmanes nos respetan y nosotros les respetamos. ¿Cómo se palpa ese respeto?En muchos detalles. Por ejemplo, yo hago cada año calendarios de María Auxiliadora y los distribuyo. Al principio ponía “María, Auxiliadora de los cristianos”, pero me preguntaban si los musulmanes no estaban bajo la protección de María, a la que nombran 37 veces en el Corán, como madre del “profeta Jesús”. Por eso ahora pongo “María Auxiliadora” y la aceptan. Estas son cosas pequeñas pero con las que te haces aceptar. Si el musulmán me acepta a su lado, ya es mucho. La gente nos aprecia. En una ocasión tuve un accidente, me quedé dormido en el coche y me di con una señal de tráfico, un poste de luz y un árbol, y lo único que oí fue “Pastor Don Bosco, pastor Don Bosco” –es decir, un cura de Don Bosco-. Eran chicos que me conocían y que cuidaron el coche aplastado y llamaron a la policía. No tocaron nada. Con eso quiero decir que esta gente nos estima, porque no provocamos sino que acogemos, ayudamos, estamos contentos con ellos. Este es el apostolado que yo creo que debemos tener, el corazón oratoriano, que decía Don Bosco, que se abre a todos y acoge a todos. ¿Ha tenido algún tropiezo?Tuve una confrontación con unos treinta imanes, porque creían que hacíamos proselitismo y decían que teníamos una iglesia en lo que era un pabellón cubierto para deportes. Una persona, con intereses propios, nos difamó, diciendo que enseñábamos la Biblia. Las autoridades nos pidieron que fuera de la comunidad no se viera que estábamos haciendo actividades católicas, cristianas y ahora tenemos nuestra misa, pero no la tenemos públicamente. Hay tolerancia, pero también hay fanáticos. Un católico no puede nombrar a Alá, aunque sea el Dios de todos, el mismo Dios. ¿Ha crecido la presencia salesiana? Se ha progresado mucho, gracias a Dios. Yo llegué desde Filipinas, en el 85, cuando por fin nos dejaron entrar, pasando por todos los controles que nos hacían y enseñando todos los salvoconductos que nos pedían. Las dificultades no fueron impedimento para que creciéramos, especialmente en Timor. Y también crecimos algo en Indonesia, de manera que ahora somos 140 salesianos, en sólo 21 años.Tenemos muchas vocaciones. En Yakarta, donde están los postnovicios, hay unos 40 jóvenes. Ahora queremos hacer otra residencia en Timor, para que los timorenses se formen en su ambiente. También estamos enviando misioneros. Hace poco enviamos un salesiano joven a Bahía Blanca, en Argentina, otro a Papua, y habíamos mandado antes a Mozambique. Hay que dispersar salesianos por las regiones que están flojas de vocaciones. ¿Qué obras tienen? En Indonesia y Timor tenemos colegios y centros juveniles. En Yakarta tenemos una casa muy grande con una residencia para estudiantes y también la parroquia San Juan Bosco, grande y bonita, con mucha afluencia de los vecinos, muy bien organizada. Los laicos participan con mucho compromiso, llevan un gran peso. Nuestros campos de fútbol, fútbol-sala y baloncesto, están llenos de muchachos que entran libremente y alternan con los salesianos cada día. Es un sitio asfaltado, limio, sin peligro, sin mosquitos. Cuando viene la lluvia, la inundación, como las casas del barrio son pobres y bajas, todos los musulmanes vienen a refugiarse con nosotros y ven que les asistimos durante varios días, dando de todo a unas 400 personas y por eso despertamos gran simpatía. La gente dice: “Don Bosco es nuestro”.
María Jesús Rodríguez
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