La primera finalidad de Hogares Don Bosco es la formación humana, cristiana y salesiana de sus miembros. Otro de nuestros fines es ayudar a cada una de las familias que lo componen, para que lleguen a ser auténticas «iglesias domésticas», en las que todos sus miembros encuentren la posibilidad de crecer continuamente en el amor a Dios y al prójimo. Propiciamos, además, un compromiso serio por parte de todos los que pertenecemos a él, en la construcción de la comunidad eclesial y humana. Y, ¡cómo no!, impulsamos una pastoral familiar que desarrolle programas de servicio y ayuda a la familia en general, en colaboración con la Iglesia local y la Familia Salesiana. Teniendo en cuenta, además, nuestra condición salesiana de esposos, de padres y de cristianos, los matrimonios insertos en Hogares Don Bosco asumimos también un triple compromiso. Como esposos nos esforzamos por manifestar la presencia del Salvador, Esposo de la Iglesia, a través del amor, la generosa fecundidad y la felicidad. Como padres: comprendemos la importancia de convivir con nuestros hijos y sentimos la necesidad de darles una educación integral; de prepararlos para que capten y aprecien los valores evangélicos con espíritu salesiano; de transmitirles un criterio recto respecto a la dignidad del amor conyugal para que, guiados por nuestro testimonio, puedan pasar de un noviazgo responsable a la grandeza del matrimonio. Como cristianos: procuramos ser fermento evangélico en el ambiente social y profesional en que vivimos y nos preocupamos por todo lo que afecta a la familia. Todo ello, condimentado con una pizca de gracia salesiana.
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