El 6 de junio de 1610, fruto de la amistad y de la profunda experiencia espiritual de san Francisco de Sales y santa Juana Francisca de Chantal, nace en Annecy la Orden de la Visitación.Como la semilla evangélicaAl atardecer del domingo, fiesta de la Santísima Trinidad, el 6 de junio de 1610, acompañadas por el Obispo de Ginebra, sus hermanos, algunos familiares y amigos, entran en una pequeña y pobre casa, situada junto al lago en las afueras de la ciudad, Juana Francisca de Chantal, Carlota Bréchard, Jacqueline Favre y Jacqueline Coste. Apretados todos en la estrecha estancia convertida en capilla, dirigen una oración confiada al Señor. Comienza la Visitación de Santa María, como comienzan las obras del Señor. Muy sencilla, muy humildemente. Con el espesor y el sabor del grano de semilla de la parábola evangélica. Pero la semilla fructifica pronto y se convierte en un árbol frondoso. Crece el pequeño grupo con el ingreso de Claude-Françoise Roget, Péronne-Marie de Chàtel, Marie-Adrienne Fichet, Marié-Aimée de Blonay, Marguerite-Marie Milletot, y otras muchas almas deseosas de entregarse a Dios y vivir el puro amor divino. Esta era la verdadera finalidad de la nueva fundación: ofrecer un camino a aquellas personas que aspiraran a la perfección del divino amor. El espíritu de la Visitación está maravillosamente trazado en las obras más importantes escritas por san Francisco de Sales: la Introducción a la vida devota, el Tratado del amor de Dios, así como en aquellas entrañables conversaciones que el Fundador mantenía con sus hijas en los primeros años y que la Madre de Chantal quiso recoger y publicar en el libro de Las verdaderas conversaciones espirituales.Los fundadoresLa Orden de la Visitación de Santa María fue fundada por san Francisco de Sales y por santa Juana Francisca de Chantal, bajo la inspiración del Espíritu Santo, «para dar a Dios hijas de oración, tan interiores, que sean encontradas dignas de adorarle en espíritu y verdad».Francisco de Sales, misionero entre los protestantes de la región de Chablais y obispo de Ginebra, fue, en expresión de Pío XI, «modelo de una santidad no austera y silenciosa, sino amable y accesible a todos». Estaba dotado, según Pablo VI, de «aguda intuición de mente, inteligencia vigorosa y clara, juicio penetrante, increíble amabilidad y bondad, sonriente suavidad de rostro y de palabra, tranquilo ardor de espíritu siempre activo, rara sencillez de vida, paz serena y tranquila, sublime elevación de mente y amor a la belleza, celo casi infinito por las almas y amor de Dios, que como sol deslumbrador precede en él a todas las demás virtudes». Para su gran amigo, Vicente de Paúl, fue «el hombre que mejor copió al Hijo de Dios, mientras moró en esta tierra». A la Madre de Chantal se la consideró muy pronto «modelo de santidad en todos los estados» (en el matrimonio, en la viudez, en la vida religiosa). En 1607, su director espiritual, Francisco de Sales, le escribió: «Os veo, mi querida hija, con vuestro vigoroso corazón que ama y quiere con fuerza»; un corazón, como ella misma escribió «siempre contento con tal de saber lo que Dios desea que haga y ser fiel a ello». La Madre de Chaugy, una de las primera salesas, escribió en su biografía: «Ha gastado y prodigado su vida en servicio de Dios y del prójimo, especialmente de sus Hijas. Recordemos aquella fortaleza siempre igual en todo acontecimiento; su rostro siempre encendido, siempre dulce, siempre recogido… No olvidemos tampoco aquella modestia… esa huida y aversión a las alabanzas y a todo rumor y noticias del mundo. Aquel gran amor a la pobreza, humildad y sencillez; ese olvido total de todas las cosas y de sí misma por la continua memoria de Dios; aquella exactitud indispensable para todas las pequeñas prácticas de virtud, el cuidado que puso en conducir su rebaño a las entrañas del desierto de la vida interior; la unión que ha conservado en la Orden y la humildad con que ha procedido».Fundaciones en España1749 Madrid (1º)1798 Madrid (2º)1826 Orihuela1860 Valladolid1874 Barcelona1879 Vitoria1879 Godella1881 Oviedo1892 Burgos1894 Sevilla1895 Santander1900 Lugo1905 San Sebastián1907 Madrid (3º)1910 Salamanca1921 Palma de Mallorca1933 Vigo1951 CórdobaFundaciones en el mundoItalia 30Francia 21España 19Estados Unidos 12Colombia 11Méjico 9Alemania 7Polonia 4Portugal 3Ecuador 3Burundi 3Suiza 2Austria 2Ruanda 2Congo 2Canadá 2Argentina 2Rep. Dominicana 2Brasil 2Rep. Checa 1Croacia 1Irlanda 1Inglaterra 1Hungría 1Bélgica 1Chile 1Guatemala 1Paraguay 1Panamá 1Perú 1Uruguay 1Líbano 1Corea 1El espíritu de la VisitaciónLa Orden de la Visitación se extendió rápidamente por Saboya, Francia, el Piamonte, y por todo el mundo. Entre 1615 y 1640, más de 100 religiosas salen de Annecy para iniciar nuevas fundaciones. En vida, la Madre de Chantal fundó 87 monasterios. Con la revolución francesa, casi todos los monasterios de Francia fueron destruidos. Dispersión, exilio, clandestinidad, a veces el martirio. De los 120 monasterios existentes, apenas sobrevive una treintena, diseminados por Italia, Alemania, Suiza, Polonia, España, Portugal, Líbano. La restauración, desde comienzo del siglo XIX, será lenta y penosa. Hasta el año 1822 no fue posible regresar a Annecy, a un nuevo monasterio. Actualmente la Orden se extiende por Europa, América, África y Asia, con 154 monasterios. La Visitación llega a España el año 1749. El primer monasterio se funda en Madrid. Estaba situado en la actual plaza de Santa Bárbara. En 1870 las religiosas fueron exclaustradas; el convento se destinó a Palacio de Justicia. La iglesia siguió abierta al culto, y actualmente constituye la parroquia de Santa Bárbara. Hoy existen en España 18 monasterios. Las religiosas de la Visitación (salesas o visitandinas, como ordinariamente se las llama) son hermanas contemplativas, que se distinguen en la Iglesia por su unión con Dios y su forma de vida comunitaria; buscan en el interior del claustro desarrollar en ellas y entre ellas la caridad. De este modo participan en la evangelización del mundo por una secreta fecundidad apostólica dando testimonio humilde y verdadero de que «Dios es amor». Se esfuerzan por seguir el evangelio según el espíritu de sus fundadores: un espíritu que no busca sino a Dios y tiende continuamente a unirse a Él; un espíritu de profunda humildad para con Dios y de gran dulzura para con el prójimo; un espíritu que no pone el acento en las austeridades exteriores, sino en la renuncia interior, en una gran sencillez y alegría en la vida común. Este espíritu sigue siendo fecundo en la Iglesia. De él surgen numerosos institutos religiosos como la Familia Salesiana de Don Bosco, los Misioneros de San Francisco de Sales, las Hermanas de la Cruz de Chavanod, la Congregación de Oblatas de San Francisco de Sales, el Instituto secular de San Francisco de Sales, las Salesianas del Sagrado Corazón de Jesús, etc. Realmente la espiritualidad salesiana representa en la Iglesia un río caudaloso de agua viva, que brota, en expresión del papa Clemente VIII, del pozo perenne de Francisco de Sales.
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