Podemos llamarlo “espíritu del Camino”, podemos llamarlo circunstancia. Cada cual elija el nombre que quiera: es la parte rica de nuestra “marcha”, en la que te encuentras con las personas, en la que descubres la belleza, al verdadero ser humano y a quien le ofrece aliento.El Camino, como la vida, está lleno de ángeles, ángeles del camino que te vas encontrando cada día. Tengo varios recuerdos muy grabados que nunca me canso de contar cada vez que alguien me pregunta por el Camino. No puedo olvidar a Pablito de Azketa que a las tres de la tarde y con un sol abrasador, muertos de hambre, sin un bar ni tienda en el pueblo y estando el siguiente a 6 km, dijo: "donde comen 4 comen 9" y nos sentó a la mesa a compartir lo que su mujer había hecho para ellos dos y sus dos hijas. Antes nos invitó a darnos una ducha y después de comer no nos dejó marchar sin echarnos una siestecita maravillosa en su jardín. Nos dio a cada uno una vara de avellano que aún conservo. Y el más grato recuerdo es el de la señora Carmen, una madrileña que veraneaba en Rabanal del Camino. Me encontraba con fiebre y unos obreros me acercaron a las 11 al refugio regentado por un matrimonio inglés. Me dijeron que no abrirían hasta la 1, y que esperara en la calle. Yo estaba mareado, se lo intentaba explicar, pero parece que no entendían o no querían entender mi pobre inglés. Entonces apareció Carmen, que nos había oído discutir, y en un perfecto inglés les convenció. Me dejaron de mala gana una cama y se fueron. Al poco volvió Carmen que al verme desatendido me acogió en su casa, me llevó al médico, me dio de comer y al atardecer me buscó un chofer que me acercó a Ponferrada donde me esperaba el resto de mi grupo. Uno de nuestros protagonistas nos ilustra su andadura hacia Santiago y su encuentro con las personas con estas dos anécdotas. Experiencias como, seguro, que encontramos en nuestra vida. “Ángeles” que se aparecen y nos dan el empujón necesario para continuar por la senda que habíamos elegido y descubrir en ella las novedades que nos ofrece: “El Camino supuso un reto, una promesa, un encuentro con lo imprescindible de la vida, con tus limitaciones, con otros semejantes, con el camino de nuestros antepasados, con la fe cristiana, … fue una metáfora de la vida”.Con todos los elementos sobre la mesa o en la mochila seremos capaces de saborear la marcha y guardar lo importante:• “El recorrido me permitió vivir al ritmo humano natural, contemplar la naturaleza, las riquezas culturales de cada lugar. Compartir tiempos de conversación con caminantes y hospitaleros de diversos lugares y diferentes experiencias..tener momentos de silencio, con recuerdos…reflexiones. Asumir el cansancio…”• “Vivir abierto al encuentro y la novedad, porque resulta una experiencia distinta de la que resulta al prepararla. En la preparación piensas en el esfuerzo físico y el mayor esfuerzo es espiritual y mental. Descubres que eres más fuerte de lo que pensabas al planificar”.Recapitulemos un poco antes de alcanzar el objetivo final y así descubriremos lo que hemos ido recogiendo en la propuesta que os hacíamos al principio: Llega el verano, tiempo de descanso, de nuevas propuestas de cambio. La propuesta: ponernos a caminar, en un camino como el de Santiago, en una senda corta o larga, en una propuesta diferente. Con una buena planificación y con la mente y el corazón abiertos para descubrir la novedad y hacerla nuestra. Vamos a dar un paso más, miremos hacia el horizonte ¿qué luz descubrimos?
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