Si el pasado mes de marzo abrimos en esta sección con una cita del papa Francisco, en la que anunciaba el envío de los Misioneros de la Misericordia, en la bula ‘Misericordiae Vultus’, en esta ocasión volvemos a la misma fuente para introducir la presentación del evento especialmente significativo que hemos vivido en Roma, en pleno “paso del ecuador” del tiempo cuaresmal: “La iniciativa 24 horas para el Señor, a celebrarse durante el viernes y sábado que anteceden el IV domingo de Cuaresma, se incremente en las Diócesis. Será para cada penitente fuente de verdadera paz interior”.
Siguiendo, pues, el programa previsto por el Papa, en los días 4 y 5 de marzo hemos vivido momentos muy intensos, con las 24 horas de celebración de la misericordia, que se abrieron con la liturgia comunitaria de la reconciliación, presidida por el Santo Padre en la tarde del viernes 4 de marzo, en la basílica de San Pedro. En ella el papa Francisco predicó sobre el texto evangélico de la curación del ciego Bartimeo (Mc 10, 46–52) coronando su homilía con esta hermosa conclusión: “En efecto ‘quien cree, ve’ y va adelante con esperanza, porque sabe que el Señor está presente, sostiene y guía”.
Concluida la celebración en San Pedro, muchas iglesias de Roma abrieron sus puertas para acoger a quienes deseaban acercarse al sacramento de la reconciliación para recibir el perdón de Dios, con confesores que estuvieron dispuestos para este servicio hasta altas horas de la madrugada y en la mañana del sábado 5 de marzo.
Imposible calcular los millares de fieles que, deseosos de sanear el corazón, vivieron con fervor el encuentro con la misericordia del Dios que perdona.
Las “24 horas” concluyeron con la oración de Vísperas, presididas por Monseñor Rino Fisichella, presidente del Consejo Pontificio para la promoción de la nueva evangelización, en la tarde del sábado, 5 de marzo, en la iglesia del Espíritu Santo en Sassia, a las afueras del Vaticano, a un centenar de metros de la basílica de San Pedro.
Manolo Jiménez
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