Queridos amigos:
El papa Francisco presentó el pasado mes de abril, en una ceremonia celebrada en la Basílica de San Pedro, la bula que convoca el Jubileo Extraordinario de la Misericordia. Comenzará el 8 de diciembre de este año y concluirá en la solemnidad litúrgica de Jesucristo Rey del Universo, el 20 de noviembre de 2016.
El mismo Papa explicó los motivos de este año jubilar: redescubrir el sentido de la misión que el Señor ha confiado a la Iglesia, ser signo e instrumento de la misericordia del Padre. Quiere que este Año Santo ayude a descubrir los muchos signos de la ternura que Dios ofrece al mundo, especialmente a cuantos sufren, y a que los cristianos nos convirtamos en testigos de misericordia.
El deseo del papa Francisco es que todos compartamos la misericordia de Dios, viviendo en la vida de cada día el amor y la misericordia que el Padre nos dispensa. Y de manera muy concreta nos invita a despertar nuestra conciencia, muchas veces adormecida, ante el drama de la pobreza, entrando de verdad en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina.
En su convocatoria, el Papa hace también una llamada firme y fuerte contra la violencia organizada y contra las personas “promotoras o cómplices” de la corrupción, “llaga putrefacta” abierta en nuestra sociedad. Misericordia no es una palabra abstracta. Tiene que manifestarse realmente en el amor compartido, en la justicia, en la compasión y solidaridad, en el perdón, en el servicio sencillo a los hermanos. Es, sobre todo, un rostro para reconocer, contemplar y servir, el rostro de Cristo. Por eso, afirma, “la misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia”.
La tradición cristiana nos invita, especialmente en este mes de junio, a contemplar a Cristo. Es el mes del Sagrado Corazón de Jesús. Esta devoción popular fue muy viva en Don Bosco y ha estado muy arraigada en la tradición salesiana. La convocatoria del Año Jubilar significa también una invitación eclesial a llegar y entrar en el Corazón de Cristo Jesús, sentir la hondura y largueza de su amor y de su misericordia, para llegar a compartir sus mismos sentimientos.
Eugenio Alburquerque Frutos
Director
No hay Comentarios