¡No al aborto!»Desde el Gobierno nos dicen que quieren promulgar la mejor ley del aborto posible. Es un escarnio. Toda persona medianamente culta sabe que un aborto voluntario es un homicidio premeditado y alevoso. Abortar no es como se dice hipócritamente interrumpir un embarazo. Abortar voluntariamente es destruir violentamente una vida humana en el seno materno. Y eso es lo que quieren facilitar nuestros gobernantes a las mujeres españolas. Quieren darles facilidades para que maten o hagan matar a sus hijos. Todas las personas honestas y decentes de España, creyentes y no creyentes, tenemos que hacer ver que la mejor ley de aborto es la que prohíba cualquier forma de aborto voluntario, sencillamente porque es un crimen»Fernando SebastiánAnte la eutanasia- Jamás es lícito matar a un paciente, ni siquiera para evitar su sufrimiento, aunque él lo pida expresamente.- No es lícita la acción que por su naturaleza provoca intencionalmente la muerte del paciente.- No es lícito omitir una prestación debida al paciente, sin la cual va irremediablemente a la muerte.- Es ilícito renunciar a cuidados y tratamientos posibles cuando se sabe que resultan eficaces, aunque sea sólo parcialmente.- No existe obligación de someter al paciente terminal a nuevas operaciones quirúrgicas, cuando no se tiene la esperanza de hacerle más llevadera su vida.- Es lícito suministrar analgésicos que alivien el dolor, aunque acorten la vida. – Es lícito dejar de aplicar tratamientos desproporcionados a un paciente en coma irreversible cuando haya perdido toda actividad cerebral.- El Estado no puede atribuirse el derecho a legalizar la eutanasia: la eutanasia es un crimen contra la vida humana y contra la ley divina.Pena de muerte»La enseñanza tradicional de la Iglesia no excluye, supuesta la plena comprobación de la identidad y de la responsabilidad del culpable, el recurso a la pena de muerte, si ésta fuera el único camino posible para defender eficazmente del agresor injusto las vidas humanas. Pero si los medios incruentos bastan para proteger y defender del agresor la seguridad de las personas, la autoridad se limitará a esos medios, porque ellos corresponden mejor a las condiciones concretas del bien común y son más conformes con la dignidad de la persona humana. Hoy, en efecto, como consecuencia de las posibilidades que tiene el Estado para reprimir eficazmente el crimen, haciendo inofensivo a aquel que lo ha cometido sin quitarle definitivamente la posibilidad de redimirse, los casos en los que sea absolutamente necesario suprimir al reo suceden muy rara vez, si es que ya en realidad se dan algunos».(Catecismo de la Iglesia Católica)
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