El Oratorio Domingo Savio, donde estoy trabajando como voluntario, está en una de las zonas más humildes de Ciudad Juárez. Aquí, entre otras tareas, tengo encomendadas la escuelita y la liga de fútbol. Por diferentes motivos, tanto en una como en otra actividad, me costó adaptarme al principio. Pero, afortunadamente, las cosas mejoraron. A la adaptación rápida, me ha ayudado, sin duda, la gente de aquí y, especialmente, los chicos del Oratorio con los que me relaciono de tú a tú. Su generosidad, amistad, atención y amabilidad hacia mí, me están haciendo crecer mucho como persona. Antes de venir a Ciudad Juárez yo sabía algo sobre el sistema educativo salesiano y sobre la vida y estilo de Don Bosco pero es aquí donde estoy conociendo a fondo lo que es el amor a los jóvenes y lo que significa dedicarse exclusiva y desinteresadamente a ellos. Personalmente, me encontraba, además, bastante alejado de Dios. La convivencia con los salesianos de la comunidad me ha hecho acercarme más que nunca a Él y darme cuenta de que es Alguien importante en mi vida, Alguien que esta ahí en todo momento y no puedo volver a darle la espalda. Sé que todavía tengo que mejorar muchas cosas de mi persona, seguir creciendo, pero tengo claro que voy por el buen camino. En estos momentos, lo principal para mí es alejarme de los reparos que me impiden acercarme a Dios y tratar de aprender cómo hablarle a los chicos con la convicción y la fuerza del que siente a Jesús dentro de sí mismo y sabe que él es el ejemplo a seguir. Esta es mi asignatura pendiente, saber hacer esto y dejarme de reparos.En fin, amigos, que esta experiencia está siendo muy positiva y enriquecedora para mí y, sin duda, que será inolvidable. Cuando me vaya de aquí, estoy seguro de que seré una persona con el mismo fondo aunque diferente.
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