Aquí cerca…En el número de este mes, y a sabiendas de que a mi me conocen ya bien, creo que es el mejor momento de que conozcan de primera mano algunas de las dificultades a las que se enfrentan día a día los misioneros salesianos. Por eso les traigo una pequeña carta de Antonio Gutiérrez, un misionero salesiano que desarrolla su tarea en Cinkassé, al norte de Togo.Aquí cerca…Es la expresión que se utiliza cuando te piden que vengas a ver un enfermo, un huerto que están haciendo en la estación seca, una persona que ha pedido la unción de enfermos… Y la realidad es que el «aquí cerca» se convierte en veinte minutos de marcha a pié a buen paso, o en seis kilómetros en coche que te llevan tres cuartos de hora el recorrerlos y por qué caminos…, y para qué seguir recordando experiencias pasadas, si la más reciente la he vivido esta misma mañana, además con el provincial como testigo. Como ya son varias las veces que viene y dice la misa en la parroquia, esta vez ha querido acompañarme a los pueblos y nos tocaba ir a uno en el que no hay iglesia, sino que nos reunimos para la misa en la escuela. Hasta aquí todo va bien, si no es que me sugiere que vamos a llegar muy pronto, a lo que le digo que me han hablado de una escuelita que acaban de abrir en otro barrio del pueblo, pues para los niños pequeños está muy lejos la escuela para poder desplazarse, por eso han decidido comenzar una escuelita en el barrio con los más pequeños y que quiero ir a verla… que está «aquí cerca». El «aquí cerca» hoy ha sido además de la distancia por un caminito que se las trae, un río con su lecho de arena en el que nos hemos quedado atrapados… Y la aventura hasta salir a fuerza de levantar la parte de atrás del vehículo y empujar un montón de gente… Con ello el tiempo se nos ha ido pasando y hemos llegado a la escuelita con un poco de prisa, donde nos esperaba un buen grupo de gente que ha entrado en la escuela con nosotros y que nos ha escuchado con atención… Les he hablado de la escuela como el sitio en el que se pueden abrir los ojos a los ciegos que no saben leer ni escribir y de la importancia de hablar francés. Creo que me han seguido con atención. Otra cosa es lo que hayan comprendido y lo que después hagan. Yo tenía interés en visitar la escuela, pues habían venido donde mi los representantes de los padres de alumnos y habían depositado una cantidad de dinero para pagar a la maestra, cosa que yo debo hacer cada fin de mes en nombre de los padres… La cantidad era tan insignificante que no supe qué hacer ni qué decir. Me quedé en silencio pero con la preocupación de encontrar una solución a un problema de hambre, pues quién puede vivir un mes con seis euros… Aunque nos sorprenda, ese es el salario que la mujer va a recibir por dar cinco horas diarias de clase… No me gusta dar limosna y creo que esa no es la forma de tratar a la gente, sino encontrar una solución aceptable a un problema que tampoco creo que se le pueda pedir a los padres que aumenten la cotización por los niños, pues visto lo que han tenido como cosecha este año, no se puede pedir más. Pensando se me ocurrió que una buena manera de salir del aprieto era invitar a la maestra a reunir a las mujeres y darles clase de alfabetización, cosa que a ella le pareció bien y en menos de una semana me presentó una lista de treinta y siete personas, con un solo hombre en ella. Yo la animé a que comenzara y le prometí venir a ver su trabajo, pero un día por otro no había tenido tiempo y aproveché hoy domingo, antes de la misa para cumplir lo prometido. La visita ha sido accidentada pero la experiencia ha valido la pena. Al final de la charla y la bendición de la escuela, ha habido un grupo numeroso que han entrado en la furgoneta y los he traído para rezar con nosotros en la escuela. También me ha permitido conocer algo más sobre las condiciones en las que se encuentra un grupo de gente, con la maestra a la cabeza, y pensar en cómo podremos estar cerca de ellos para ayudarles a salir del atolladero, como ellos lo han hecho conmigo esta mañana cuando estaba en la arena. Y a la vez que agradezco a Dios el que me permite vivir estas experiencias, las comparto con vosotros para que todos podamos poner nuestro granito de arena en la difícil tarea de poner a las personas de pie frente a tantos problemas que viven y que les sobrepasan.Antonio GutiérrezCinkassé (Togo)Si desean seguir ahondando en las historias de los misioneros salesianos, no puedo dejar de recomendarles encarecidamente que visiten nuestra nueva página web www.misionessalesianas.org la mejor forma de estar al corriente de todo lo que sucede en las misiones y siempre de primera mano.
Lorenzo Herrero
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