Una chica de Mornese
María Domenica Mazzarello Calcagno nació en Mornese (situado a 100 km. del pueblo de Don Bosco), siendo la mayor de trece hermanos (seis murieron muy pequeños). Maín, como era cariñosamente conocida en casa, desde niña ayudó a su madre cuidando de sus hermanos menores y de los quehaceres domésticos y ayudaba a su padre en las faenas del campo, trabajando en la viña.
No pudo ir al colegio, pero poseía un carácter fuerte y espíritu de liderazgo. Ingresó a los quince años en la Asociación de Hijas de María Inmaculada, fundada por el vicario local, don Domingo Pestarino. Se dedicaban a obras de caridad y atender a los niños.
Maín tenía 23 años de edad cuando una epidemia de tifus se abatió sobre Mornese. Fue a atender a sus tíos enfermos. Una semana después los tíos sanaron, pero ella contrajo el tifus. Y quedó tan enferma que llegó a recibir los últimos sacramentos. Y, aunque se fue recuperando lentamente, se había debilitado tanto, que nunca más podría trabajar en la viña.
Durante su convalecencia tuvo una visión de muchas niñas abandonadas en un patio: Oyó una voz: “A ti te las confío”. María quedó perpleja, sin saber bien lo que eso significaba. Más o menos por el mismo tiempo, Don Bosco también tuvo una visión parecida. Una voz le decía: “Cuida de ellas, son mis hijas”.
Mientras tanto, Maín decidió, junto con su amiga Petronila, aprender corte y confección para enseñar a las jóvenes del pueblo. Montaron un taller de costura y comenzaron a enseñar el oficio. Acudieron las alumnas y, luego, las internas. Sin saberlo, hacían con las niñas, algo parecido a lo que Don Bosco hacía con los niños en el Oratorio de Turín.
El 7 de octubre de 1864, fue un día que marcó la vida de María Mazzarello, porque en ese día vio por primera vez a Don Bosco en Mornese. María nunca había visto a Don Bosco, pero apenas oyó su primer sermón quedó encantada y llena de admiración. Decía a sus compañeras: “Mi corazón me dice que es un santo”. En su humildad no sabía que ella también era una santa, una joven santa de 27 años. Sin dejar de ser Maín, pronto la llamarían Madre.
José Antonio San Martín
Delegado Inspectorial de Familia Salesiana en SSM
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