De repente escucho de alguien: “Hogares Don Bosco”. Mis oídos prestan atención y mi corazón salta de alegría. Me digo: ¡a ese Movimiento pertenezco yo! Un grupo de matrimonios con el mismo amor a Don Bosco que el que nosotros le tenemos.
Hace ya la friolera de 20 años que pertenecemos a este movimiento, gracias al empeño de mi marido, quien apostaba, desde recién casados, porque nuestro matrimonio fuese cosa de tres. Y la forma más sencilla que descubrimos era incorporar a Jesús en nuestras vidas a través de Hogares Don Bosco (HDB).
En la actualidad, nos acompaña en el camino nuestro grupo Pinardi, compuesto por cuatro matrimonios y Manolo, nuestro consiliario. Cuando nos juntamos, tratamos temas de formación humana, familiar, cristiana y salesiana.
Antes de ir a la reunión de grupo, preparamos estos temas en pareja. Los reflexionamos por separado y, después, en un encuentro de pareja, cada uno expresa su forma de ver las cosas. Con opiniones, a veces, muy dispares, pero que, sin embargo, nos hacen crecer de manera especial en nuestro matrimonio. Estos encuentros en pareja, sin darnos cuenta, se han ido instalando en nuestra vida cotidiana. Algo que empezó como una dinámica de grupo se ha arraigado en toda nuestra vida. A ellos se ha sumado la presencia de nuestras hijas. Ellas, con su aportación, hacen más fácil escribir cada página del libro de nuestra vida.
Echando la vista atrás, nos hemos dado cuenta del bien que hacen en nosotros los ya mencionados encuentros de pareja. Todo aquello, que en algún momento podía haber terminado en una voz o en una mala contestación, nos hacía decir: “menos mal que somos de HDB”. Era entonces cuando nos mirábamos el uno al otro y esa mala voz acababa en un dulce abrazo acompañado de un sentido “lo siento”.
Está claro que, en nuestro matrimonio, aplicar la razón, la religión y el amor que Don Bosco nos enseñó, nos han ayudado en todos los aspectos de la vida y le estamos agradecidos a nuestro Movimiento por este don del “encuentro de pareja”.
Rosa y Antonio
No hay Comentarios